Semillas para la Vida
Educación desde la Esencia
(una propuesta educativa, una elección de vida)
Nuestra identidad humana, planetaria y cósmica
(para comenzar nuestra búsqueda y comprender)
Lic. Mónica Shocron
"Un ser humano es una parte de la totalidad que llamamos Universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. El se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sus sentimientos, como algo separado del resto; una forma de ilusión óptica de la conciencia. La ilusión es una forma de prisión que limita nuestros deseos personales y nuestra preocupación por unas pocas personas que están cerca de nosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esa prisión, extendiendo nuestro círculo de compasión hasta abrazar la totalidad de las criaturas vivientes y la totalidad de la naturaleza en la plenitud de su belleza" (Albert Einstein).
¿Quiénes somos en realidad? ¿Dónde estamos, de dónde venimos y hacia dónde vamos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Somos naturaleza? ¿Es posible experimentar su espíritu en nosotros mismos? |
Responder estos interrogantes nos permite ir dibujando un perfil de seres humanos y cósmicos. Conocernos en toda esta amplitud es comprender realmente esta doble identidad.
Somos ciudadanos planetarios, habitantes milenarios de este planeta llamado Tierra.
¿Qué es la Tierra? ¿Cómo surge la vida en ella?
La Tierra es una totalidad física, biológica y antropológica; la vida emerge de la propia historia de la Tierra y el ser humano, simultáneamente, de la historia de la vida terrestre.
La historia de nuestro planeta transcurre entre el caos y el orden, entre convulsiones y quietud.
La Tierra es un ser caótico; se auto-construye y auto-destruye, se expande y se transforma permanentemente; se regenera a sí misma y se auto-organiza a través del enfrentamiento y la complementación del orden y el desorden.
La vida nace de los desórdenes y turbulencias que la sacuden; es una fuerza organizadora que se manifiesta sobre la tierra, en sus profundidades, en los mares y en la atmósfera.
La biosfera es el producto de la participación activa de arqueobacterias y bacterias que proliferaron en todos los ámbitos de nuestro planeta. La biosfera sirve -y sirvió progresivamente- como medio de comunicación entre todos los elementos que la integran.
Las asociaciones solidarias fueron generando células con núcleo que se organizaron en moléculas y formaron seres pluricelulares vegetales y animales. Así se inició el proceso de diversificación; los seres vivos se vincularon a través de interacciones antagónicas, concurrentes y complementarias y surgieron ecosistemas que evolucionaron a través de desorganizaciones y reorganizaciones.
Este "árbol de la vida" de la Tierra tiene su tronco sinuoso, sus ramas asimétricas, es frondoso y tiene las más variadas formas, colores, aromas y texturas. Sus raíces y ramas se acercan y se alejan, se encuentran y desencuentran. Este árbol interactúa con factores geoclimáticos originando nichos que se asocian generando la biosfera.
Somos una rama reciente de este árbol de la vida, nacida en el seno de la biosfera e integrada a los ecosistemas que envuelven todo el planeta.
Existe una mutua solidaridad entre la Tierra y la Vida; todo los seres vivos que la habitan se necesitan mutuamente y ninguno puede traspasar la biosfera, tampoco nosotros podemos hacerlo.
La responsabilidad por el planeta empieza en nosotros mismos; la acción individual tiene una aplicación universal. Lo que aprendemos a nivel metafísico tiene aplicación en el mundo físico.
¿Podemos comprender y experimentar el espíritu de la naturaleza?
Existe un vínculo trascendente entre nosotros y la naturaleza que sólo podemos comprender a través de la experiencia personal y silenciosa de nuestra intimidad.
El espíritu de la naturaleza se nos revela como un proceso de copiado fotográfico; misteriosamente aparecen las imágenes ante nuestra conciencia trascendiendo nuestras estructuras mentales restrictivas (sistemas de creencias) y el conocimiento intelectual.
Necesitamos abrirnos a los ámbitos metafísicos de la naturaleza; seguir el ritmo cardíaco del universo; en ese movimiento hay silencio y en el silencio, sabiduría.
Ésta es una experiencia espiritual en la que no existe el juicio o prejuicio sino la expansión de la conciencia que trasciende las barreras del espacio-tiempo y las limitaciones de nuestra mente racionalista.
Sólo los seres humanos nos juzgamos a nosotros mismos; la naturaleza no juzga; simplemente ES.
En ese estado de unidad y de silencio interno, aún dentro de nuestra humanidad, también está toda la naturaleza.
¿Qué es la naturaleza?
La naturaleza es la realidad física del espíritu; la inteligencia humana es sólo una parte menor del Todo. Somos seres con un vehículo llamado cuerpo pero no somos el cuerpo; somos seres espirituales y no estamos separados de la naturaleza; también somos naturaleza.
Nuestra complejidad
Somos una unidad compleja. Somos seres biológicos, físicos, psíquicos, culturales, sociales e históricos. ¿Hasta dónde llega nuestra conciencia de esta complejidad?
La educación -en general- muestra una visión en la cual esta unidad está completamente desintegrada; enfoca cada aspecto por separado y no como un todo en sí mismo. Se pierde la perspectiva de la identidad compleja individual y -a la vez- compartida como humanidad.
Somos seres únicos e irrepetibles; tenemos un destino planetario como género humano y una identidad terrenal que nos une. Estamos situados en el universo y a la vez, separados de él; somos naturaleza y simultáneamente nuestra condición humana nos muestra aparte de ella.
Somos una inteligencia constructiva dentro de la naturaleza; nuestras acciones nos relacionan permanentemente con ella, nos acercan y nos distancian durante toda la vida. Simultáneamente, estamos adentro y fuera de ella.
Tenemos raíces tanto en el cosmos físico como en la esfera viviente y a la vez, un desarraigo que es propiamente humano.
Nuestra identidad es la integración de nuestra condición cósmica, física, terrestre y humana.
Condición cósmica
El universo nace y se renueva permanentemente, más allá de lo que dicen algunas teorías que lo presentan como un todo acabado, perfecto, definitivo y eterno.
En estos procesos de generación y destrucción constantes actúan de modo complementario, competente y antagónico el orden, el caos y la organización.
Nuestro universo está en constante movimiento, transformación y expansión; es extenso. Está constituido por miles de millones de galaxias y estrellas y nuestro planeta Tierra es apenas un minúsculo cuerpo que gira alrededor del sol en la periferia de una pequeña galaxia.
¿Cómo se fue constituyendo nuestro organismo?
Hace miles de millones de años, cuando nació nuestro cosmos, aparecieron las partículas de nuestro organismo; nuestros átomos de carbono se formaron en uno o varios soles anteriores al nuestro y nuestras moléculas se fueron agrupando en los primeros tiempos de vida de la Tierra. La metamorfosis comenzó como un proceso de auto-organización viviente.
Condición física
¿Cómo se organizó la sustancia física sobre la Tierra?
La sustancia física se organizó de un modo complejo con la intervención de la termodinámica, el medio marino, la preparación química, las descargas eléctricas. Cada uno de los elementos de la vida tiene origen solar y se han reunido en nuestro planeta para un propósito compartido.
Somos apenas una pequeña partícula de la diáspora cósmica, con un destino compartido como humanidad y como micro-universo. |
Condición terrestre
Nuestro planeta ocupa la tercera órbita alrededor del sol de una galaxia periférica de un universo en expansión y transformación permanente. La Tierra se auto-produjo y auto-organizó dependiendo del Sol y su complejidad biofísica se desarrolló a la par de su biosfera, de la cual somos parte.
Somos seres cósmicos y terrestres, parte de la cadena de vida que se ha desarrollado en especies y en ecosistemas donde las predaciones integran la cadena trófica bipolar de la vida y de la muerte.
Somos seres vivos que pertenecemos a este planeta, dependemos vitalmente de su biosfera y tenemos una identidad terrenal, física y biológica. Formamos parte del destino cósmico pero simultáneamente estamos marginados. |
Condición humana
La antropología prehistórica muestra un proceso de hominización continuo y discontinuo a la vez.
La sucesión de nuevas especies (habilis, erectus, neanderthal, sapiens) y la desaparición de las precedentes forman parte de esa discontinuidad.
La bipedización, manualización, erección del cuerpo, la cerebralización, juvenilización, la complejización social, la aparición del lenguaje humano y la cultura (adquisición de los saberes, saber hacer, creencias, mitos, transmitidos de generación en generación) son parte de la evolución continua del género humano.
En los procesos de hominización, animalidad y humanidad han interactuado en la formación de nuestra identidad.
Somos el resultado del cosmos, la naturaleza y la vida. Nuestra humanidad, nuestra cultura, nuestra mente, nuestra conciencia nos volvieron extraños para el cosmos, pero aún conservamos un lazo de intimidad con él. |
Nuestros pensamientos nos permiten conocer al mundo físico pero simultáneamente nos alejan de él; los procesos lógicos de nuestro cerebro desmenuzan el todo en pequeñas porciones y lo presentan fragmentado ante nuestra conciencia; así, sólo tenemos una visión parcializada de la totalidad.
Nos hemos desarrollado como humanidad más allá del mundo biofísico. Somos parte del holograma infinito del universo, apenas un punto dentro de él; llevamos en el seno nuestra singularidad, así como toda la humanidad, toda la vida, todo el cosmos.
¿Qué es lo humano del ser humano?
Somos una unidad múltiple en la cual convergen lo biológico, lo cultural y lo individual. Existen rasgos comunes que nos identifican como humanidad.
Unidad y dualidad
Somos seres plenamente biológicos y plenamente culturales. La cultura nos permite apropiarnos de lo que se puede conservar, transmitir y aprender siguiendo un patrón de normas y principios para su adquisición.
Interrelación cerebro-mente-cultura
Nos completamos plenamente como seres humanos cuando nos relacionamos con la cultura. La cultura sólo puede existir vinculada a nuestro cerebro y nuestra mente existe en tanto y en cuanto exista la cultura.
Nuestro cerebro fue evolucionando y guardando en él la memoria de cada etapa de su desarrollo.
El paleoencéfalo o cerebro reptil está vinculado a la agresividad, los celos, los impulsos primarios; el mesencéfalo es la herencia de los antiguos mamíferos vinculado a la afectividad y la memoria a largo plazo; el córtex que -en los mamíferos evolucionados- envuelve todas las estructuras del encéfalo y forma los dos hemisferios, en el ser humano se hipertrofia en un neocórtex, que es asiento de las habilidades de análisis, funciones lógicas y estratégicas que se actualizan a través de la cultura.
La relación impulso-afectividad-razón es complementaria, antagónica y mutante. La razón en este juego de relaciones carece de poder supremo; es frágil y está a merced de la impulsividad y la afectividad.
Interrelación Individuo-sociedad-especie
Como individuos somos el emergente de la función reproductiva de la especie humana. En todo acto reproductivo son necesarios dos seres para que esto sea posible; asimismo, la sociedad implica la interacción entre individuos de la misma especie y sirve de base para el surgimiento de la cultura.
En esta trama de relaciones la sociedad vive para el individuo y éste, para la sociedad; la sociedad y el individuo viven para la especie humana y ésta para el individuo y la sociedad. Esta es una red vital de vínculos que se retroalimentan, se sostienen mutuamente, se transforman y se expanden como lo hace el universo.
Los individuos se realizan a través de la cultura y la sociedad y las interacciones entre ellos sostienen la cultura y la auto-organización de la sociedad.
Existen una unidad y una diversidad del género humano y se penetran mutuamente en todos los campos (biológico, psicológico, cultural y social).
"Todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con la especie humana" (E. Morin).
En cada uno de nosotros existe una porción de nuestro planeta, del cosmos, de la naturaleza y de toda la humanidad.
Somos responsables de nuestra vida y de nuestra trascendencia. Más allá de los límites del mundo físico están nuestro espíritu, el espíritu del planeta y el del Universo en su totalidad habitando todos sus espacios. |
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