Mandala “En Sintonía” (Esther Mónica Shocron B.)

En Sintonía”


Frase inspiradora:

"O ser humano introduziu no mundo a irregularidade e a desordem."

(Ludwig Klages)


¿Alguna vez te preguntaste como sería tu vida si sustentaras tu sintonía con los ciclos de la naturaleza? Cómo serían las viviendas si respetáramos el uso de los recursos a la mano y las geografías de sus asentamientos? Cómo funcionaría todo si nuestra atención se focalizara en mantenernos en absoluta sintonía con todo lo que nos rodea?


Las palabras danzan en mi mente una vez más, buscando sintonía con mi “punto de luz”, para compartir sentimientos, pensamientos, reflexiones, interrogantes e inspiraciones. Sostener esta sintonía nutre mis palabras y así, ellas pueden expresar contenidos “con sentido”.


Contemplando el mandala que encabeza este texto, siento que todo tiene una razón de ser. Él vino a mí y, sin pensarlo, buscó un lugar y allí se quedó, justo en la puerta de mis palabras… que también van llegando a mí, casi mágicamente.


Este mandala -al que llamé “En Sintonía”- simboliza el encuentro entre cuerpo y espíritu, entre la materia y la esencia, entre el cielo y la tierra, entre nuestro ser humano- planetario y nuestra espiritualidad. Manos que abrazan la totalidad; que se encuentran y se asisten para sostener el orden cósmico -esa sutil conexión de luz que une materia y espíritu-.


Creo que de esto se trata nuestra misión terrenal: de encuentro, sintonía, vibración, coherencia, inspiración, acción… Recuperar el ritmo perdido, ese swing que nos hace danzar al compás de la vida; que nos brinda esa cadencia que nos permite fluir y respetar el orden natural de nuestro mundo. Se trata de ese movimiento armonioso que nos vuelve uno con todo lo creado.


El llamado

Para estos tiempos que corren, hago un llamado especial para todos, una invitación a recorrer los caminos internos, a realizar un viaje por los senderos del alma, siempre llenos de misterios, respuestas y sabiduría.


Nos” hago esta propuesta de búsqueda profunda, para rescatar las memorias dormidas, para realizar descubrimientos impensados, para apelar a los movimientos y las pausas; para aprender a escuchar y a escucharnos; para sentir, para indagar en nuestro ser; para re-encontrarnos con nuestro “punto de luz” y nuestra espiritualidad activa… y así, poder recomponer ese todo partido, recuperando el swing propio de la danza de la vida.


Nos” invito a dar lugar a la activación de la conciencia, a su expansión para hacer posible nuestra transformación individual y colectiva, con el anhelo de reconocernos como seres espirituales aprendiendo a ser humanos y planetarios.


Este viaje por los caminos internos, tal vez precise de una guía, de algunas ideas que orienten nuestros pasos hacia el rencuentro con la sintonía perdida.


Y al buscar inspiración para este recorrido, me preguntaba: qué extrañas pasiones nos han llevado a los seres humanos a querer controlar todo, hasta la misma naturaleza. Qué sentimientos han abrazado nuestra intelectualidad para poner en marcha acciones que interrumpieron nuestro vínculo amoroso y en armonía con los ritmos propios de la vida y sembraron el desorden de nuestra propia vitalidad.


Muchos interrogantes aparecen cuando contemplo el “desorden” sembrado por el ser humano alrededor del planeta. Muchas acciones que pensamos que son inofensivas, van dejando huellas y abriendo heridas que necesitan sanar. Nuestro alejamiento del orden natural, ha traído enfermedades, no sólo del cuerpo, sino de las mentes y las emociones; ha corrompido los procesos vitales y el sentido legítimo de nuestro paso por este planeta.


Tal vez, hemos perdido el rumbo; hemos equivocado el camino y tomado decisiones poco sabias… Es hora, de hacer una breve pausa para poder observar, sentir, reflexionar, recomponer, restablecer nuestra sintonía con cada pieza del todo.

Son muchas los aprendizajes que aún nos quedan por lograr… puede llevarnos muchos años o podemos alcanzarlos en breve, asistidos por la sabiduría que la vida pone a nuestro alcance y que podemos captarla, tan sólo aprendiendo a ser observadores consientes, sensores conscientes de todos los ritmos de la naturaleza, de la vida y de todas sus manifestaciones posibles.


Siento que las palabras van y vienen por mi mente; algunas de ellas llegan a mi conciencia como chispas de luz, para inspirarme e inspirarnos; para encontrar sentido, respuestas, claves que nos ayuden a recuperar la cadencia de nuestros vínculos con la naturaleza, de la que somos apenas una de sus partes.


Observar, sentir, preguntarnos, descubrir…

Somos seres solares… Nuestra vitalidad se expande durante el día “solar”, y se contrae por las noches. Nuestras horas de “ondas beta”, ocupan las horas del día. La noche se transforma en el espacio-tiempo para decantar el movimiento diurno; es el momento de la pausa profunda para reciclar energías, para macerar lo cosechado durante nuestros momentos activos. Pero… por qué y para qué buscamos extender las horas activas, la vigilia? Cuál es su sentido auténtico? Qué nos impulsa a hacerlo?


Observar…

El secreto para encontrar respuestas y sabiduría, es observar.

Aunque… no sólo observar sino también, sentir, hacer silencio para poder escuchar las voces de la naturaleza que nos susurran las respuestas a muchas de estas preguntas. Ellas, me llevan a pensar en Sintonía y Coherencia, y también, en nuestra Incoherencia, como seres humanos que aún no aprendimos…


Las palabras en general, despiertan inspiraciones, las inspiraciones activan nuestra intuición y la intuición nos da acceso al conocimiento con sabiduría.

Si dejamos que las palabras bailen al ritmo de nuestras intuiciones, pasarán del movimiento a la pausa, dándonos espacio para la reflexión, para la asociación de conceptos y sentidos; para las secuencias que irán dando forma a una guía de respuestas para la acción.



¿Qué es la Sintonía?

Esta palabra deriva del griego “syntonos: syn, que significa simultaneidad y tonos, que se refiere la altura de un sonido.

Este vocablo también fue aplicado al “espíritu”, dándole el sentido de “fuerte o completa tensión” (para Platón) y de “tensión completa del espíritu o fuerte aplicación a algo” (para Aristóteles).


Más tarde se utilizó para referirse a sonidos o ritmos concordantes; y éste es el sentido que prevaleció en el tiempo. También se lo usa en otros ámbitos como en la física, cuyo significado es el de igualdad de frecuencias entre dos sistemas de vibraciones.


Aquí, quiero hacer el rescate de estas expresiones, para tenerlas presentes, tal vez como claves para nuestro camino de pesquisas: sintonía, vibración, frecuencia (igualdad de frecuencias), sonar al unísono…


Cuando hablamos de sintonizarnos, nos referimos entonces, a ajustar nuestra frecuencia con otra, a armonizar o encontrar coincidencia de una idea con otra, de una visión con otra, de un modo de sentir con otro… de una manera de actuar con otra, de un encuentro de acciones que vibran en la misma frecuencia. Entonces, estar en sintonía sería vibrar en la misma frecuencia.


Y Sintonía, me lleva a pensar en Coherencia.

Coherencia… del latín “cohaerentia”: es la cohesión o relación entre una cosa y otra. Es la cualidad personal por la cual una persona actúa de acuerdo con sus principios, sentimientos, valores e ideas.


Coherencia es también la relación lineal que se sostiene con una posición anterior sin contradecirla; es aquella cualidad por la cual actuamos de forma lógica y consecuente con nuestro mundo de ideas, valores, principios. Es decir, somos coherentes en la vida cuando nuestras acciones siguen la misma dirección de lo que sentimos y decimos o pensamos.


La Coherencia es una actitud que se refleja en nuestro comportamiento. Cuando está ausente, nuestros patrones de conducta se vuelven contradictorios; nuestras acciones no coinciden con nuestros sentimientos y pensamientos y se transforman en un llamado de atención para que hagamos los ajustes necesarios, antes de perder totalmente nuestra sintonía con todo el entorno.


Sabiduría

Existe una sabiduría que trasciende nuestra forma humana de lo que llamamos habitualmente “saber”. Es la sabiduría de la naturaleza y la de “las altas esferas del espíritu”… aquélla transpersonal, la que podemos sintonizar descubriendo nuestra espiritualidad natural, que está oculta tras el velo de nuestro rasgo de humanidad; porque… recordemos que somos seres espirituales aprendiendo a ser humanos y necesitamos prepararnos y preparar el terreno para nuestra siembra de sabiduría.


En lo simple y cotidiano están casi todas las respuestas.

Algunas observaciones simples:

*El calor incentiva la ingesta de agua, alimentos frescos y de pocas cocciones

*El frío incentiva la búsqueda de calor, a través del movimiento, de los alimentos calóricos

*Todo río que fue sacado de su cauce, tarde o temprano busca volver a él

*A la luz del sol todo se expande; en la noche, todo se contrae y se aquieta.

*Vibrar en sintonía evita las melodías desafinadas

*Vibrar al unísono produce acordes armónicos


Entonces…

*Por qué procuramos beber bebidas o ingerir alimentos que activan nuestra temperatura cuando hace calor? Por qué bebemos líquidos fríos cuando hace frío?

*Por qué hacemos ejercicios físicos muy activos cuando hace calor? Por qué tiritamos de frío al quedarnos quietos, en medio de las bajas temperaturas?

*Por qué nos llama la atención el desborde de aquellos ríos que fueron movidos de su cauce natural?

*Por qué buscamos comer alimentos traídos de geografías y climas tan diferentes a los que nuestros?

Y la lista de los “por qué” podría continuar… Basta con dar una mirada consciente a lo cotidiano, a nuestras conductas, nuestras costumbres, nuestros hábitos…


Cambio climático, desaparición de especies, temperaturas extremas, desiertos que se llenan de aguas, florestas que se queman y se secan…

La pregunta es: ¿cuánto se debe a nuestra responsabilidad y cuánto es parte de la vida misma en constante cambio? Porque…todo cambia y se modifica; es parte de la evolución de la vida. Y nosotros, ¿también nos modificamos? ¿o permanecemos intactos?

Si en nuestro planeta observamos cambios, tal vez significa que precisamos danzar con su ritmo, encontrar el swing de la vida y poder pasar del caos al cosmos, recuperando la sintonía perdida.


Siento que es el momento de despertar conciencia tocando el corazón; apelando a los sentimientos profundos despojados de pre-juicios y de dedos acusadores.

Siento que es el momento de desprendernos del impulso de señalar culpables y focalizarnos en la tarea de “separar la paja del trigo”, de distinguir lo esencial de lo superfluo, reconociendo lo urgente y lo importante… y yendo a la acción.


Todos tenemos elementos a nuestro alcance para tomar decisiones con sabiduría, para mirarnos sin máscaras, para descubrir nuestras responsabilidades y hacer nuestra parte, aquella que es ineludible y necesaria, para nosotros y para todos los seres planetarios.


Por eso, mi voz ahora se transforma en un llamado a convertirnos en observadores conscientes de la vida, de sus ciclos, de los comportamientos de la naturaleza, del orden sagrado implícito en todo, como un primer paso para recurar nuestra sintonía con la naturaleza, respetando sus ritmos, su orden y vibrando en armonía con ella.


Nos” invito a seguir con la pesquisa minuciosa de mirarnos en el espejo del alma y rescatar esas semillas de sabiduría que nos darán la oportunidad de modificar aquello que es obsoleto, aquello que quiebra nuestra sintonía con la naturaleza y nos aleja de la armonía, del bienestar y de nuestro ritmo vital.


Seamos conscientemente seres espirituales completando nuestro aprendizaje de ser humanos y planetarios. Respetemos el orden de Creación y vibremos con su misma frecuencia.

Esther Mónica Shocron Benmuyal

Embajadora de Paz

Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte

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