Mandala: “El Mensaje” (primer mandala de la serie “Mandalas de Cuarentena)

(Esther Mónica Shocron B.)



Frase inspiradora: Nós nunca sabemos o valor da água até que o poço está seco.

(Thomas Fuller)



Cerrar historias, abrir caminos nuevos



Una pequeña historia personal, poniendo ritmo a la inspiración

La historia del mandala que precede este texto se transformó en fuente de inspiración para conectar con la mirada interna. Estaba finalizando el mes de febrero del 2020 y, con las energías del Festival de Verano de Danzas Circulares aun vibrando en mi corazón, comencé a visualizar la imagen de un mandala. La experiencia grupal y personal había sido tan profunda que aparecieron pequeñas chispas de inspiración; ellas generaron un movimiento expansivo que desbordó mi individualidad, llevándome al diseño de este mandala que nació justamente en Marzo del 2020, siendo el primero de una larga serie, y al que llamé “El Mensaje”, aún sin conocer el sentido de su nombre.

Como ocurre en los momentos de creatividad, percibí una voz que llegaba desde algún rincón del mundo intuitivo, hablándome de cambios evolutivos, nuevas formas de mirar, nuevos modos de expresar, de renacimiento, reencuentro, luz, transformación y de seguir caminando, calibrando los pasos y tal vez, cambiando de dirección. En fin, fue un puñado de pensamientos en voz baja que me pusieron en acción, en actitud creativa y el mandala comenzó a revelarse en el papel.

Diseñar mandalas, darles vida y color se vincula con un movimiento interno, profundo, silencioso y ondulante que se hace visible al llegar al papel, conectándome con los mundos sutiles de mi conciencia, traduciendo sus voces en formas y en colores, clarificando mi mente y mi percepción. En esta experiencia creativo-expresiva, cada trazo es una percepción profunda nacida de un intenso silencio; es algo entre misterioso y mágico que me trae la dulzura que vibra en la paz. Y aun que ésta sea apenas una historia personal, forma parte de una historia mayor… Porque las experiencias de vida nos conectan a unos con otros; porque en esta trama de vida, las miradas se encuentran; aparecen reflexiones personales y compartidas; surgen palabras y silencios; incógnitas y certezas; preguntas y respuestas… aquellas respuestas que se nos van revelando en el momento justo. Y en este caso, la historia mayor resultó ser el magno suceso del 2020, año en el que el mundo pareció haberse puesto de cabeza!!!

Pero hoy, después de haberlo transitado como un año anecdótico, con situaciones atípicas, incertidumbres, temores e incluso certezas, aquí estamos, caminando un nuevo año,buscando inspiración para diseñar nuevos caminos personales y también, caminos compartidos.

Y, como muchos otros seres habitantes de este planeta, me animé a seguir caminando con el cuidado de calibrar los cambios y los nuevos modos de andar; respetando los espacios de pausas para acomodar cuerpo y alma a la transformación. Comprendí que la vida se trata de esto: sentir, actuar y también, detenerse para observar y reflexionar; que vivir es atrevernos a danzar al ritmo del universo, a sumergirnos en las profundidades de aquellas situaciones que nos conflictúan; es atrevernos a seguir más allá de las dificultades, renovando el diseño de la vida que queremos vivir a cada paso.



En estos tiempos de cambios… repensemos, reflexionemos, calibremos, cerremos historias y abramos nuevos caminos.

Cerrar historias y abrir caminos nuevos

Vivir, expandir nuestra visión, transformarnos, crecer… así, afianzamos nuestra identidad como seres humanos, planetarios y espirituales.

La vida es movimiento, cambio y evolución. La vida “recuerda” pero no se fija al pasado, sigue adelante sin atarse a lo que ya fue, es una danza continua; es armonía; es movimiento perpetuo. Para danzar en sintonía con su ritmo, necesitamos observarla, sentirla, comprenderla, aprender de ella, siendo nosotros mismos su danza; siendo nosotros mismos naturaleza.

Al cerrar historias podemos abrir caminos nuevos, pero necesitamos aprender a cambiar, a caminar de una forma nueva, ensayando los pasos como si fuera la primera vez y así, renovarnos en nuestra vitalidad. En ese nuevo andar precisamos buscar constantemente el equilibrio, el balance, calibrando y orientando nuestros apoyos, atendiendo a las señales del nuevo camino. De alguna manera, todo se nos va revelando a lo largo del recorrido y es nuestra responsabilidad repensar todo permanentemente, preguntarnos y reflexionar para estar conscientes del modo de vida que queremos vivir, para poder visualizarlo con nuestros ojos del alma y rediseñar el modelo a partir de las experiencias vividas y nuestras nuevas percepciones. Al cerrar historias, aparecen preguntas que inevitablemente nos invitan a reflexionar, abriendo nuestra mente, renovando nuestra visión y volviéndonos a inspirar. Desde cada historia que cerramos nace un puente que nos lleva al comienzo de un nuevo camino, rescatando lo que nos sigue inspirando para continuar, dejando ir lo que resulta obsoleto y reencontrándonos con la luz que apoya nuestra transformación.

Naturaleza y los nuevos caminos

La naturaleza abre caminos nuevos cuando el anterior dejó de tener sentido para la existencia, es parte de los procesos de la vida. Así, veremos que una planta busca la luz, se va adaptando a su espacio orientando sus ramas, sus hojas en dirección a la luz; un árbol extiende sus raíces buscando dónde afirmarse cómodamente; el curso de un río se adapta al terreno, continuando el recorrido hacia su destino… Y podríamos seguir encontrando ejemplos.

Nosotros con nuestra identidad humana y planetaria también somos naturaleza; nos parecemos y también nos diferenciamos de otros seres planetarios. Y me pregunto: ¿nos reconocemos como naturaleza? Somos capaces de encontrar esas similitudes y diferencias? Es una buena oportunidad para ponernos a pensar en eso; depende de nuestra voluntad y decisión entregarnos a este ejercicio y hacer de él una práctica cotidiana. En las respuestas, seguramente,encontraremos inspiración para nuestros próximos pasos. La naturaleza permanentemente nos va revelando signos y señales, que podemos utilizar como inspiración para calibrar el curso de nuestras acciones.

Proyectar…¿a largo plazo, a corto plazo?

Esta es una pregunta que quedó dando vueltas entre mis pensamientos, después del 2020 y que sigue apareciendo en mi mente, acompasando los ritmos de una nueva realidad y asociándose a pensamientos como “vivir cada momento”,“vivir cada día”, o a preguntas como “qué hacemos con los proyectos que involucran al ecosistema,a lo social, lo político, lo económico”… Y muy posiblemente, muchas incógnitas más al respecto de los múltiples cálculos de probabilidades que acompañan la elaboración de proyectos y planes de acción.

Si observamos con atención, si procesamos esas observaciones y luego nos damos el tiempo para reflexionar, podremos notar que aprender a vivir paso a paso es un aprendizaje pendiente dentro del contexto cultural en el cual se desarrollan nuestras vidas. Culturalmente estamos habituados a proyectarnos, a ir mucho más allá del presente y volver mucho hacia el pasado acompañados por la nostalgia… Y ese vaivén entre pasado y futuro, sin casi permanecer conscientes del “aquí y ahora”, va quitando fuerzas al presente, que al fin y al cabo, es lo que ES y representa a la vida misma.

Y siguiendo el hilo de pensamiento podemos decir que la vida es presente todo el tiempo, transformándose de algún modo en una sucesión de “presentes”, en el que cada instante de vida es importante en la cadena de secuencias. Las certezas se muestran en el presente y precisamos recordarlo cuando intentamos hacer proyectos a largo plazo; ellos expresan un cálculo de probabilidades pero las certezas se verifican en el presente.

No obstante, más allá de considerar que el presente es el que nos muestra las certezas, también podemos soñar, salir de él y proyectarnos un poco más allá.

Soñar

Soñar nos conecta con el mundo que aún no hemos vivido. Soñar es anticiparnos a cómo nos gustaría que fuera nuestro modo de vida y el contexto en el cual vivirla; es ir más allá del conformismo y abrirnos al cambio, a la innovación, a la transformación de las formas conocidas, a la renovación del diseño de nuestro modelo de vida. Representa también una conexión con la inspiración, necesaria para poder crear. Pero es importante soñar de la mano de la sabiduría, porque ella nos da el poder para comprender, para procesar y para ver cómo plasmar el sueño en la realidad.

Sabiduría

Sabiduría es poder ver lo que aún está por nacer y también, lo que la experiencia nos dejó, después de haber vivido. La sabiduría nos permite reconocer las diferencias y tomar decisiones inspiradas; nos conecta con esa chispa de luz que marca el origen de toda creación.

Luz y Oscuridad

La oscuridad nos da la oportunidad de reconocer la luz; vinculando la luz y la oscuridad podemos crecer, así como la semilla germina en la oscuridad, también lo hacen las nuevas ideas al ser tocadas por la luz de las inspiraciones. Si todo fuera sólo luz estaríamos encandilados todo el tiempo y no podríamos distinguir los detalles; necesitamos partes de oscuridad y penumbra para ver los matices y encontrar los puntos de luz que guíen nuestros pensamientos capaces de crear. Nuestra responsabilidad es conectarnos con la luz y tomar la iniciativa de hacerlo; porque solamente con la intención y el discurso, no alcanza para poner luz en la transformación personal y grupal. Nosotros tenemos la responsabilidad de traer luz a nuestro mundo con la sabiduría de aceptar que la existencia de la oscuridad es la que nos posibilita verla.

Abramos un espacio para la reflexión…

Hemos comenzado a caminar un nuevo año y tenemos la oportunidad de deslizar nuestra mirada hacia el pasado para renovar nuestra visión, apoyándonos en la capacidad de percibir, reflexionar, analizar y transformar, para adaptarnos a los nuevos tiempos. Hemos cambiado los ritmos; hemos tomado conciencia de la soledad como un estado del alma - más allá de la idea física de “estar solos” -, de la importancia de los afectos… y de tantas cosas más que ya hemos compartido a lo largo del año que nos precede. Ahora son tiempos de expandir conciencia, de activar la transformación, de crecer…

Reflexionemos juntos

Las preguntas nos ayudarán a mirarnos hacia adentro, a ponernos en movimiento, a tomar conciencia y apelar a la sabiduría para asumir nuestra responsabilidad personal en los procesos de cambios:

*¿Nos hemos preguntado si somos capaces de mirarnos hacia adentro desprovistos de ego?

*¿Nos hemos preguntado si hemos hecho cambios personales para proyectarnos en los cambios sociales?

*¿Nos hemos preguntado sobre nuestro modo de vincularnos con nosotros mismos, con otros seres humanos, con otros seres vivos, con la naturaleza que nos rodea, con las cosas que forman parte del mundo material creado por nosotros, los seres humanos?

*¿Nos hemos modificado después del 2020, año anecdótico y de altas sensibilidades?

*¿Hicimos nuevos aportes para la transformación grupal y social?

Sabemos que los grandes cambios de la humanidad nacen en el interior de cada ser humano; que los cambios se proyectan de adentro hacia afuera y si sólo esperamos que sucedan desde afuera, el movimiento se queda anclado en ideales, sueños, teorías y abundancia verbal.

¿Hasta dónde llega nuestra responsabilidad?

Todos tenemos una porción del universo que está bajo nuestra exclusiva responsabilidad; ésa es la parte del todo a la que tenemos que cuidar, observar, sostener y transformar cuando sea necesario… Si extendemos los brazos a nuestros lados y giramos sobre nuestro propio eje, dibujamos un espacio circular que nos incluye, al que podríamos tomar en cuenta simbólicamente para comprender cuál es la porción del mundo que está en nuestro campo exclusivo de responsabilidad. Adonde vayamos, ese círculo nos acompaña y nos incluye, marcando el espacio que está a nuestro cuidado.

Para comenzar el movimiento…Dediquemos todos los días una hora de nuestro día para:

*Hacer algo nuevo… para activar nuestra flexibilidad y desarrollar nuevas habilidades

*Aprender algo nuevo… para activar nuestra mente, para flexibilizarla, para abrirla y expandirla

*Realizar lecturas de temática diversa… para evitar anclarnos en un solo tema y en un solo ángulo de visión

*Meditar en quietud o en movimiento… para recuperar la armonía de los ritmos internos y externos

*Dedicar parte de nuestro tiempo para hacer pausa y “reflexión silenciosa”… para encontrar sutilezas y poder comprender

*Darnos la posibilidad de la “contemplación reflexiva”… para descubrir lo que aún estaba oculto para nuestra mirada

*Realizar alguna “actividad creativa”… para activar nuestra conexión con la inspiración y la intuición

*Experimentar nuevas formas de hacer algo habitual… para quebrar las rutinas, los automatismos y activar las acciones conscientes

*Descubrir nuevos caminos para ampliar nuestra visión



Todo puede cambiar en cualquier momento

Esto nos muestra lo efímero, la posibilidad de la no-permanencia. En los proyectos a largo plazo esta sería una variable muy importante para considerar; y también, en los proyectos a corto plazo. La constante es el cambio. Con una simple palabra podemos cambiar el curso de un pensamiento; una palabra dicha oportunamente, guiada por la inspiración, puede cambiar el rumbo de quien la escucha y también, de quien la dice. Tal vez no alcanzamos a darnos cuenta del poder de la palabra, pero ella es hacedora de grandes y pequeños cambios; las palabras mueven a la acción porque detrás de cada pensamiento que se expresa, una acción comienza a gestarse movida por la energía de las palabras.

Inteligencia, sabiduría y conciencia

La inteligencia nos da la capacidad para evaluar cuándo es momento del cambio; nos habilita para eso. La sabiduría nos da el poder de discernir, de decidir y nos pone en acción. La inteligencia y la sabiduría asociadas representan nuestra conciencia. La conciencia nos inspira para la transformación y la evolución.

La transformación precede a la evolución y nuestra responsabilidad es transformar lo oscuro en luminoso, lo rígido en flexible, las tristezas en nuevas sonrisas, la parálisis en movimiento, los miedos en fe. Aprendamos a mirarnos, a descubrirnos y a reconocernos. Precisamos abrir el corazón y la mente para que el cambio se produzca; precisamos ejercitar la mirada interna para tomar conciencia, para dar el primer paso y poder avanzar.



Esther Mónica Shocron Benmuyal

Embajadora de Paz

Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte

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