Mandala: “Un Nuevo Cielo” (E.M. Shocron B.)

Vivir a la Luz de la Vida”

En estos tiempos en que la humanidad parece haber entrado en una crisis de valores, prioridades y convivencia, es importante reconocernos en primer lugar, como seres espirituales aprendiendo a ser humanos y planetarios, recordando además que somos naturaleza; que somos parte de una totalidad mayor que nos incluye y nos abraza.

Como seres espirituales aprendiendo a ser humanos somos seres conscientes y responsables de nuestros actos, de nuestras elecciones en la vida y de nuestro modo de convivencia.

Nos propongo, aquí y ahora, elegir “vivir a la luz de la vida” y que esto se transforme en una prioridad en nuestras vidas y en nuestro modo de ser en el día a día.



Cuando digo “vivir a la luz de la vida” siento una sensación de expansión, de infinitud, de fuerza, de luz, de energía, de amor infinito y una fuerza interna me lleva desde el “yo” al “nosotros”, con un sentimiento de amorosa integración y gratitud.

Vivir a la luz de la vida, se transforma hoy en un llamado urgente, una convocatoria para ser protagonistas activos de nuestra propia vida y ser cuidadosos y respetuosos de todas las manifestaciones de vida. Es un llamado para asumir la responsabilidad de sostener nuestro balance vital conscientemente y de vivir fluyendo con los ritmos de la naturaleza de la que somos parte.

Es también una invitación para activar una vez más nuestra mirada interna, para descubrirnos en cada experiencia, en cada vivencia individual y grupal. Es una puerta que abrimos voluntariamente para encontrar caminos alternos que -tal vez- no imaginábamos recorrer, pero que nos dan acceso a recursos para resolver cuestiones cotidianas de la vida y de la convivencia, que hoy son prioridad de toda la humanidad.

Aprender a vivir en el contexto actual es una decisión personal; es una actitud que asumimos frente a la vida en todos sus modos de expresión y una responsabilidad personal de acompañar los procesos de la vida con flexibilidad, entrega, honestidad, creatividad, inspiración, intuición, gratitud, generosidad y sabiduría.

Somos seres creativos y tenemos la capacidad necesaria para conectarnos con los mundos sutiles de la inspiración y del conocimiento intuitivo y podemos acceder voluntariamente a la fuente infinita de energía que nutre nuestro balance vital.

Nuestra vida está en nuestras manos!

Los cambios que anhelamos ver dependen de nuestra disponibilidad para decidir conscientemente hacer los cambios personales necesarios para contribuir a la transformación de nuestra humanidad planetaria.



Vivir a la luz de la vida es aprender a experimentar con nosotros mismos; a buscar y encontrar alternativas personalizadas, siendo protagonistas activos de nuestras propias decisiones cotidianas, con una visión ampliada acerca de la vida y cómo vivirla. Es aprender a encontrar ese punto de luz en medio de las encrucijadas del camino y ser flexibles a la hora de tomar decisiones y cambiar de rumbo o abandonar nuestra zona de confort en la búsqueda del balance vital que sustenta nuestra vida planetaria. Es declararnos seres saludables, con la firme decisión de vivir sosteniendo nuestro balance dentro del contexto en el que elegimos estar, respetando consciente y profundamente su diversidad. Es darnos cuenta que cuando hablamos de salud vamos más allá del cuerpo físico porque alcanza también las emociones y nuestros sistemas de pensamientos que van nutriendo nuestras acciones de todos los días. Ser saludables también incluye el balance vital del mundo de vínculos cotidianos dentro del contexto en el cual elegimos vivir.



Sintonizarnos con los ritmos de la vida

La vida se manifiesta con todo su esplendor todo el tiempo. En cada pequeño detalle que forma parte de nuestro cotidiano ella está presente, pulsando su fuerza, su energía, su luz. La vida es una danza con múltiples ritmos; es una mágica paleta de colores y es fuente de una infinidad de melodías y sonidos armónicos que estimulan permanentemente nuestros sentidos. Nuestros cuerpos son parte de esa maravillosa expresión llamada vida y nuestras almas nos impulsan naturalmente a unirnos a su danza, a sintonizarnos con su “Groove” (1) y a fluir con él. Pero… ¿lo hacemos?

  1. Groove” Es un sentimiento, una sensación intuitiva de un “ciclo en movimiento”; es la comprensión intuitiva de un patrón rítmico que nos impulsa a movernos, a danzar… Es “eso” que nos hace mover casi inevitablemente, siguiendo la esencia rítmica de lo que estamos escuchando… Y también, es un modo diferente y “musical” para describir cómo seguir el compás de la vida.



Todo el tiempo tocan nuestra mente, nuestro corazón y nuestra vida un montón de miradas, de preguntas, de sensaciones, sentimientos y percepciones.

Y “nos” pregunto: Cómo es nuestro vínculo con ese universo cotidiano en el que transcurren nuestras vidas diariamente?

Es importante aprender a “ver, oír y percibir” a través de todo lo que nos rodea, a través de las infinitas formas de manifestación de la vida y es importante hacer de este aprendizaje una rutina cotidiana, un ejercicio dinámico y creativo para poder descubrirnos y reconocernos como seres espirituales aprendiendo a ser “humanos”… y aprendiendo a “vivir a la luz de la vida”.

Para eso necesitamos:

*ojos para ver

*oídos para poder escuchar

*sensibilidad para poder captar las sutilezas y

*habilidad para darnos cuenta y descubrir las certezas, clarificar nuestra visión y profundizar nuestra comprensión.



Para apoyar nuestra comprensión traigo una vez más, la imagen de un holograma. (ver edición noviembre 2003/Educação).

¿Qué es un holograma?

Un holograma es una fotografía “en relieve” que realza el valor de las partes y-al superponerlas- la imagen del todo alcanza mayor nitidez y profundidad. En un holograma el todo es mucho más que la suma de las partes.

La visión holográfica nos permite percibir que todo el universo se puede experimentar y comprender a través de una parte de él y eso nos permite también comprender su funcionamiento observando apenas el funcionamiento y comportamiento de un organismo vivo que forme parte de él.

Un holograma se vincula con la coherencia de la luz y esa coherencia nos permite ver el todo con mayor nitidez y profundidad. Por analogía, cuando somos coherentes, diríamos que todo se presenta ante nuestra mirada y nuestra mente con mayor nitidez y mayor claridad.



Tanto la luz como el sonido son vibración

La luz y el sonido producen ondas que se mueven en el espacio y nosotros podemos percibirlas a través de nuestros canales sensoriales y perceptivos.

Veamos ahora, a qué llamamos coherencia de la luz.

En primer lugar, podemos distinguir dos tipos de coherencia:

*coherencia temporal

*coherencia espacial.

La coherencia temporal se vincula con la “monocromaticiad” y la coherencia espacial, con la direccionalidad y la igualdad de fase de los frentes de onda.

Y… ¿A qué llamamos “fase”?

Fase: es el estado de vibración de un punto de la onda. Dos puntos de la onda están en fase cuando tienen igual longitud y velocidad de onda, es decir, coinciden en su longitud y velocidad.

*¿A qué llamamos frente de onda?

Frente de onda: son los puntos de la onda que se encuentran en fase –es decir, tienen igual longitud y velocidad-Frente de onda también puede ser la superficie alcanzada en un instante por la vibración.



Ambos tipos de coherencia describen aspectos distintos de la luz y son independientes una de otra; pero en el caso de los rayos láser, ambas se presentan simultáneamente; entonces hablamos de luz coherente al referirnos a los rayos láser, en el que la coherencia espacial se sostiene en el tiempo.



Modelo Holográfico

En el holismo la realidad fundamental es la mente y no la materia. La experiencia humana va más allá de la mente; el ser humano tiene consciencia y la conciencia es más sutil que la mente. Es la esencia la que da lugar a la conciencia; la conciencia genera la mente y la mente genera la materia. Esa sería la secuencia para el modelo holográfico. La esencia está adentro de todo en todas partes y es lo que impregna la conciencia, la mente y la materia.

Desde esta visión podemos experimentar la totalidad, la integralidad y la unidad.

La experiencia holográfica es muy interesante. Es una experiencia profunda y requiere gran sensibilidad respecto a lo que personal, lo interpersonal y lo transpersonal. También, requiere una conciencia amplia y en expansión.

Como todo está conectado con todo, esa conexión también va más allá de la proximidad espacial o temporal y por lo tanto, es imposible considerar a las personas, a los sucesos, a las cosas, a nosotros mismos por separado, porque todo lo que hacemos, pensamos, decimos, creemos y sentimos afecta a todos inmediatamente. Nuestras actitudes influyen las actitudes de otros seres y a su vez, las de otros seres influyen en las nuestras.



El balance vital saludable desde la visión holística

En la salud, la experiencia holográfica es la experiencia del momento curativo, que trasciende la concepción del tiempo lineal y del espacio tridimensional.

Si lo referimos al orden social, la experiencia holográfica se manifiesta en la transformación del grupo a partir de por lo menos, la transformación de uno de sus miembros.

Respiramos y todo respira a nuestro alrededor; sentimos nuestros latidos y todo pulsa al unísono; pulsamos vida en nuestro vínculo con el entorno natural, tan ancestral como cotidiano y tan cercano como expandido. Pulso y respiración nos unen y nos muestran el sentido de la totalidad de la que somos parte.

La visión “holográfica” también nos ayuda a comprender la totalidad de nuestro cuerpo a partir de una célula así como una experiencia individual puede conducirnos a la comprensión de una experiencia grupal.

O sea que, tomando cualquier porción del universo, podemos tener acceso a la información de su totalidad y eso nos da una sensación de expansión e inclusión, percibiéndonos más allá de nuestros contornos físicos como parte de una totalidad infinita.

Esto nos explica por qué somos permeables a los flujos energéticos que provienen de diferentes campos de energía con los que interactuamos, vengan de otras personas o cosas, o del medio ambiente natural y, cuando modificamos nuestras actitudes individuales, también se modifican las actitudes del grupo de pertenencia; todo cambio individual incide entonces, en la transformación grupal; todo cambio individual y grupal incide también en la transformación del medio natural en el que vivimos y todo cambio en el medio natural, también nos modifica.

Somos todo lo que es y al explorar nuestro “paisaje externo” también nos estamos explorando a nosotros mismos, a nuestro mundo planetario y a todo el universo.

Y si esta misma visión la aplicamos a nuestro modo de vincularnos podremos comprender mucho mejor nuestro modo de convivir y darnos cuenta de nuestras responsabilidades individuales dentro del grupo y dentro del medio en el cual elegimos vivir.

La propuesta entonces, es darnos la oportunidad de transitar esta experiencia holística para poder tener la experiencia de “vivir a la luz de la vida”.



Nosotros y nuestro universo planetario

Nuestro universo planetario es un sistema, un todo organizado en el que cada parte tiene su lugar y su función dentro de la totalidad; tanto su lugar como su función mantienen un vínculo estrecho con cada una de las otras piezas que son partes de esa totalidad.

Nosotros somos una de esas piezas dentro del mismo sistema y también somos esenciales como lo son todas las otras partes.

Necesitamos ser conscientes de esta totalidad en la cual vivimos y darnos cuenta que cualquier alteración de una de las partes modifica al resto. Y esto ocurre tanto en el macro universo como el micro universo que nos representa individualmente. Cualquier modificación que ocurra en una parte de nuestro cuerpo afecta a su totalidad, es decir, a nuestra “unidad cuerpo-mente-emociones-espíritu” y cualquier alteración en nuestro universo personal afecta a nuestro entorno cercano y también, más allá. Y todas las alteraciones que se sucedan en cualquiera de estos universos, también modifican nuestra vida personal y la vida grupal.

Y nos pregunto:

¿Qué pasaría con este “universo planetario” si cada una de sus partes funcionara de un modo individualista sin tener en cuenta a las otras partes del sistema? ¿Qué pasaría con nuestra vida personal y con la vida de todo el planeta?

Y si en lugar de expresarlo así, como una posibilidad, nos preguntamos directamente ¿qué pasa cuando actuamos de un modo individualista o egoísta? ¿Qué pasa cuándo nos olvidamos que somos naturaleza y actuamos como si estuviéramos fuera de ella? ¿Qué pasa con nuestro cuerpo físico, nuestras emociones, pensamientos… con nuestra alma?

Tenemos la experiencia cotidiana que nos aporta información al respecto; ella nos brinda ejemplos varios capaces de responder a estas preguntas; sólo tenemos que aprender a “leer” sus respuestas, a sentirlas, a percibirlas para darnos cuenta y tomar consciencia de eso y elegir actuar coherentemente.



¿Por qué enfermamos? ¿Por qué enferma nuestro planeta?

Según la medicina tibetana enfermamos por ignorancia, por “no saber que no sabemos”; porque no vemos con claridad y -de ese modo- ponemos en marcha pensamientos que generan mucho ruido en nuestra mente, creando confusión y -al quedarnos atascados en ella- tratando de explicarnos lo que no tenemos claro, dando vueltas dentro de ese caos y decidiendo nuestro camino dentro de ese contexto interno desordenado, “enfermamos”, perdemos el balance vital.

*Necesitamos aprender a aquietar nuestra mente; a dejarnos fluir con amor; a practicar a diario la compasión para poder evitar la hiperactividad de los pensamientos.

*Necesitamos conectarnos más conscientemente con nuestro cuerpo físico para comprenderlo, para descubrir fácilmente sus mensajes y ayudarnos a través de ellos a recuperar nuestro balance vital.

*Necesitamos cambiar nuestros patrones de pensamientos y sanar nuestras percepciones.

*Necesitamos trascender los miedos que agobian el corazón frente a las incertidumbres cotidianas.



Qué es el miedo? Es la resistencia a lo desconocido.

Podemos trascender el miedo a través de la aceptación, la entrega, la confianza, la fe y el amor.

Vivimos acostumbrados a tener cubiertas nuestras necesidades básicas; a querer tener todo bajo control y cualquier pequeña alteración nos parece un gran problema. Cuando eso ocurre activamos nuestra mente, comienzan a cruzarse un sinfín de pensamientos y nos quedamos dando vueltas y vueltas sin encontrar la solución. Esto nos provoca estrés, agotamiento, cansancio y esa energía comienza a viajar por nuestro cuerpo, lo va impregnando y bloqueando sus canales vitales; pero también impregna nuestro entorno cercano, que va respondiendo de un modo similar. Y nos vamos alejando de nuestro balance; comienzan a aparecer síntomas que vienen a recordarnos que nuestro caminar se está alejando del anhelo del alma; que hemos olvidado escuchar su voz y estamos equivocando el camino. Es necesario que cambiemos nuestras estructuras mentales, los sistemas de pensamientos y sanemos nuestras percepciones; es necesario que escuchemos la voz del alma porque ella vibra en el balance vital.



Cómo podemos comenzar a sanarnos y sanar así nuestro espacio de vida?

Cuándo comenzamos a sanar?

Comenzamos a sanar cuando…

*Decidimos en primer lugar, hacer una pausa para poder observarnos, para poder ver con amor y gratitud nuestro pasado y el camino recorrido para poder comprendernos en el presente.

*Soltamos los preconceptos y los prejuicios

*Evitamos adelantarnos a los hechos evitando el estrés y la ansiedad

*Vemos a los demás con la mirada del corazón y nos ponemos en su lugar, con nuestro ser disponible para comprender sin juzgar.

*Aprendemos a disfrutar de cada instante como si fuera el momento del último suspiro

*Aprendemos a sonreír sin excusas

*Agradecemos desde el corazón todo lo que nos llega, todo lo que tenemos

*Expresamos nuestra gratitud con alegría

*Nos emocionamos al ver el sol y las estrellas, un amanecer, un atardecer; al ver un capullo abrirse, un brote crecer, un niño jugar, una mirada profunda, el vuelo de las aves, un cielo azul; al oír el sonido del aire entre las hojas, o la voz del viento en una montaña o frente al mar…

*Damos vuelta la página con la certeza que hay algo mejor que nos aguarda

*Aprendemos a soltar el control, a fluir, a disfrutar del presente y a dejar de preocuparnos por el mañana

*Escuchamos al corazón y aceptamos su guía en lo cotidiano

*Dejamos que nuestro cuerpo se llene con la alegría de vivir y se depure de las penas y del llanto

*Vamos por la vida sintonizando los ritmos que nos ofrece aceptando los ritmos alternativos no previstos



Para poder sanarnos y sanar también nuestro entorno, en primer lugar es necesario admitir la existencia del problema, en lugar de negarlo. Es importante experimentarlo, ir a fondo en la experiencia porque es la aceptación lo que permitirá iniciar el camino de recuperación de la salud.

Es muy tentador buscar la salida fácil, el camino corto, ver las cosas sólo en la superficie; pero la realidad es que si no llegamos hasta las causas profundas, el equilibrio de energías que logramos sin comprometernos ni hacernos responsables del proceso de transformación, se vuelve inestable y efímero; se producen reincidencias reiteradas y posiblemente, más graves cada vez.



El camino para recuperar la salud atraviesa diferentes fases que coinciden con un proceso de transformación personal como seres humanos. En este proceso vamos transitando cambios mentales, emocionales, físicos y espirituales, que nos acompañan en la transmutación de las causas profundas que han originado la pérdida del balance vital. Recorremos un itinerario de 7 etapas:

*Negación

*Odio

*Negociación

*Depresión

*Aceptación

*Renacimiento

*Creación de una vida nueva



Cualquier enfermedad requiere una toma de conciencia, un cambio interno que facilite la curación; ese cambio a su vez, exige la liberación, la rendición o muerte de aquella parte de uno mismo que tiene que transformarse para poder sanar; puede ser un hábito, una forma de vida, un sistema de creencias, una parte del cuerpo físico, un cambio en la elección del espacio en el cual elegimos vivir.

El proceso de sanación es un camino en espiral ascendente que recorremos durante nuestro aprendizaje de vida. Es un proceso cíclico en el que cada ciclo exige un mayor compromiso, una mayor aceptación de uno mismo y de los cambios que se van sumando en el camino, a medida que vamos ahondando en la naturaleza profunda de cada síntoma.

En este camino, nosotros elegimos libremente hasta donde queremos llegar en distancia y en profundidad. Nosotros decidimos cómo iremos haciendo el camino, elegimos el ritmo de nuestros pasos y el modo de caminar, porque éste es un proceso personalizado y a nuestra medida.






Esther Mónica Shocron Benmuyal

Embajadora de Paz

Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte

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