Mandala: “Renovando el Balance Vital” (E.M.S.B.)
Renovando nuestro balance vital
¿Estamos listos para que nuestra mente alcance un nivel de consciencia que nos facilite la inspiración, la comprensión y la sustentabilidad de nuestro balance vital cotidiano? ¿Somos conscientes de nuestros puntos vulnerables? ¿Ellos inciden en nuestro balance vital?
Nos propongo hacer un viaje hacia el fondo de nosotros mismos, para explorarnos; para reconocer aquello que nos ayude a renovar y sustentar nuestro balance vital de cada día. Nos propongo renovar nuestra mirada y hacer una pequeña experiencia interna para soltar amarras, para dejarnos fluir y entrar en sintonía consciente con el ritmo de la vida, renovando nuestra vitalidad en el día a día.
Abramos nuestros canales sensibles y perceptivos; dejemos que los ojos recorran el espacio silenciosa y serenamente; dejemos que nuestra mirada se refresque durante todo el recorrido para que nuestros ojos descubran los colores sutiles y las transparencias; los brillos, la luminosidad, lo opaco… y puedan percibir también, lo que está más allá de lo visible, de lo concreto y de lo plano…
Dejemos que nuestras manos rocen con sutileza el aire y sientan entre los dedos la textura del espacio, la textura de la brisa…
Dejemos que descubran los calores y las frescuras; que se detengan, palpen y sientan la corporalidad del aire entre las manos, creando formas sutiles y acariciando el espacio...
Dejemos que nuestros oídos descubran melodías nuevas, sonidos inéditos y que todos nuestros sentidos se expandan, atravesando distancias y trascendiendo las fronteras del tiempo.
Dejémonos ir hacia el mundo de las percepciones para descubrir las geometrías sutiles y coloridas, aprendiendo a tejer tapices con luces infinitas.
Renovemos nuestra mirada y dejemos que nuestros ojos sigan el vuelo de los pájaros o la danza de alguna hoja en una rama de otoño-invierno que levanta vuelo hacia las alturas hasta dejarse caer suavemente sobre la tierra.
Dejemos que nuestro corazón dance con las melodías del alma y que todo nuestro cuerpo ondule suavemente entre el movimiento, la quietud y la pausa. Dejemos que el cuerpo se exprese; se estire y se encoja, se eleve y baje, que se ponga en pausa y sienta, llevándonos hacia las profundidades, descubriendo el mundo del alma, sin tiempos ni distancias… donde las formas se renuevan a cada instante, donde los sonidos trascienden las escalas musicales cotidianas, donde los colores se multiplican infinitamente creando sutiles matices que nos abrazan…
Dejemos que todo nuestro ser entre en esa perfecta sintonía con la vida, en la que desplegamos todos nuestros canales perceptivos y sensibles que nos ayudan a sostener nuestro balance vital.
Un modo de ponernos en acción para ampliar nuestra visión y expandir la conciencia, es conectarnos con nuestra capacidad de sentir, de percibir, de volvernos receptores sensibles y conscientes para entrar en una sintonía profunda con todo lo que nos rodea en el día a día.
Somos seres naturalmente sensibles, capaces de vincularnos profundamente con todo lo que forma parte de nuestro ambiente; somos capaces de percibir los múltiples ritmos de la vida y entrar en profunda sintonía con ellos para sentirnos vitales y felices.
Más allá de nuestras individualidades somos seres destinados a convivir con otros seres, a ser más allá de nosotros mismos, a ser quienes somos porque en la convivencia, otros seres son quienes son. Y, aunque esto parezca un juego de palabras, nos invito a conectarnos con el sentido profundo de su significado.
Muchas veces hemos compartido estas expresiones: “todo está conectado con todo” o “todo tiene que ver con todo”… Y podemos traerlas ante nuestra consciencia cada vez que necesitemos comprendernos dentro de un contexto mayor e ir más allá de nuestra individualidad, para conectarnos con nuestro balance vital, que se vincula con nosotros dentro del contexto de vida del que somos parte.
¿Qué es el balance vital?
Nuestra vitalidad está en relación directa con el balance y encontrarlo es hallar el equilibrio de fuerzas, de aquellas energías que nos mantienen vinculados a la vida, en perfecta sintonía con todos sus ritmos.
Buscar el balance vital implica procurar y calibrar la armonía global - la que nos incluye como unidad cuerpo-mente-emociones- . Esa búsqueda la hacemos observando, reconociendo y siguiendo los ritmos de la vida para poder entrar en sintonía con ellos y con todos sus cambios. Esa pesquisa es una invitación a transitar una línea de equilibrio sustentable, sin quedarnos estáticos o anclados en algún extremo y dejándonos llevar por el ritmo sutil que la vida nos va mostrando, en cada uno de sus movimientos y en cada una de sus pausas.
El balance nos da idea de movimiento, de cadencia, de ritmo, de danza; nos lleva a movernos constantemente en la búsqueda de la sutil armonía global que nace de balancearnos entre los extremos, sin quedarnos anclados en ninguno de ellos.
Para fortalecer nuestros vínculos con la vida necesitamos ser conscientes de sustentar nuestro balance vital todos los días y también, ser conscientes de la importancia de asumir nuestra responsabilidad de hacerlo.
Observemos juntos atentamente, algunas situaciones:
Cada vez que nos sentimos cansados, debilitados, sin fuerzas o sin energía para sostener nuestro ritmo vital; cada vez que nos sentimos sin inspiración para hacer las cosas cotidianas, estamos frente a un síntoma de “balance vital perdido”.
Es ahí que precisamos hacer una pausa para observarnos con la mayor transparencia posible, para poder mirarnos con los ojos del alma, despojados de cualquier interferencia.
La observación atenta nos lleva a la comprensión y la comprensión nos llevará al cambio necesario para volver al balance.
Crear este hábito de observarnos conscientemente en nuestras conductas diarias, es parte de nuestro entrenamiento para sostener el balance personal de vida.
La vida es movimiento y todo está en constante cambio; ser conscientes de ese movimiento nos permitirá hacer los ajustes necesarios para ir recalibrando ese balance y renovarlo es una cuestión cotidiana, hasta podríamos decir que es cosa de cada momento…
Despertar cada día es una invitación a ser conscientes del movimiento, de los ciclos de la vida - los pequeños y los grandes ciclos- y del vaivén de los cambios.
Cada nuevo día nos brinda la oportunidad de renovar nuestras energías, de reciclarnos, de abrirnos para recibir las bendiciones de la vida y ser conscientes de cada una de ellas.
Ser seres conscientes es una de las claves para convertirnos en los artífices de nuestro balance vital del día a día; para renovar cada día nuestros vínculos con la vida, fortalecerlos y gozar de una maravillosa plenitud de vida.
Para despertar nuestro ser consciente precisamos vincularnos con lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos; necesitamos reconocer nuestros hábitos -los buenos y los “no tan buenos”-, nuestras sombras, nuestras fortalezas y nuestros dones, así también, como nuestros desaciertos…
En fin, ser conscientes de todo nos permite la posibilidad de reencontrarnos con nuestro balance vital cada vez que lo hayamos perdido; nos permite reciclarnos, renovarnos y avanzar en la vida con esperanza y vitalidad.
Recordemos que somos cuerpo físico, somos mente y consciencia; somos espíritu y energía vibrante en todo momento; recordemos que todo está incluido en el balance global.
Ser conscientes de nuestro cuerpo físico
Somos materia, somos energía, somos vibración… por lo tanto, somos vida.
Cada elemento de nuestra materia física se vincula a su vez con la materia física que existe en toda la naturaleza planetaria. Compartimos esa parte de la identidad con todo lo que existe en nuestro entorno.
Nuestro cuerpo es un sistema físico por donde circula la energía vital y psíquica, energía que las diferentes culturas del mundo la llaman de maneras diversas: en el mundo griego se llama “pneuma”; en el judaísmo “ruach”; en la cultura china “Ki o Chi”; en el yoga, “prana”; en Polinesia, “mana”; en el Egipto antiguo, “ka”; en la cultura Dakota, “wakanda” (sólo para traer algunos ejemplos). Esta energía sutil es llamada también el “aliento de vida”.
La circulación de esa energía por el sistema físico -a veces- se bloquea por diferentes motivos y –en esos casos- podemos hacer uso de múltiples métodos o recursos que ayuden a todo el sistema, para que esa energía vuelva a fluir libremente por los canales adecuados de circulación. Algunas de esas prácticas son: * yoga, * tai chi,* aikido, * judo. La alimentación es otro de los recursos que contribuye a la sustentabilidad de la libre circulación de la energía vital; una dieta consciente, saludable y balanceada complementa el movimiento saludable y consciente del cuerpo.
Como seres humanos, además de nuestro cuerpo físico también tenemos una mente pensante que lo condiciona y las emociones que también lo intervienen en todo momento.
Entonces, ser conscientes de nuestro cuerpo físico es ser conscientes también de todos sus vínculos; por eso, cuando buscamos sostener o recuperar el balance vital, precisamos recordar que todo está incluido en ese balance.
EL placer de darnos cuenta de los mensajes de nuestro cuerpo
Cuando iniciamos un diálogo consciente con nuestro cuerpo físico entramos en sintonía con su simbología; incorporamos sus códigos en nuestra consciencia y, nuestro vínculo personal con el cuerpo, comienza a fluir y nos relacionamos con su vitalidad y sus pérdidas de vitalidad y de armonía.
Este modo de vincularnos en sintonía con sus códigos nos ayuda a generar y sostener nuestro balance vital global; es más simple de lo que podemos imaginar y -cuando lo hacemos consciente- todo comienza a fluir como un diálogo que despliega su danza en armonía perfecta.
Descubrir los mensajes que el cuerpo físico nos proporciona sobre las profundidades de nuestro mundo íntimo, produce una sensación placentera y amorosa que se transforma en nuestra guardiana del balance vital; es esa voz del alma que nos susurra el camino a seguir durante el proceso de recuperación del balance perdido. Esos diálogos íntimos con nuestro cuerpo son esenciales para habitar conscientemente este vehículo planetario de nuestra alma y nuestro espíritu, que es el cuerpo físico.
La alegría de descubrir cómo las emociones y nuestras sombras intervienen en nuestro cuerpo físico y el balance vital
Nuestras emociones están en constante movimiento; se mueven como las aguas recorriendo nuestro mundo íntimo y también se expresan “a viva voz”, a su modo, para que nos demos cuenta de su existencia; pero para darnos cuenta necesitamos la consciencia!
Las sombras son silenciosas; son esos aspectos personales íntimos con los que hemos perdido el contacto consciente aunque su existencia nos atraviese de diversas formas, produciendo efectos en nuestro contexto vital; y, para reconocerlas y comprender sus efectos, también necesitamos la consciencia.
Cuando descubrimos las emociones y las sombras que perturban y alteran el balance vital, recién en ese momento, podremos recalibrarlo y recuperar la armonía con mayor rapidez y facilidad y lograrlo, produce un estado de alegría que nos abraza con su sutileza y amorosidad.
El hábito de” ver el vaso medio lleno”
A qué le decimos “ver el vaso medio lleno”? Ver el vaso “medio lleno” es tener una visión optimista acerca de la vida; es encontrar en cada situación o circunstancia su lado positivo, el que nos mueve a construir; el que nos da energía para seguir adelante, para volver a empezar cuando es necesario. Es esa fuerza del alma que nos inspira en la vida para darle sentido al camino que decidimos recorrer y a las experiencias que elegimos transitar.
Hagámonos un autodiagnóstico para reconocer nuestro modo de ver la vida; preguntémonos cuál es nuestra actitud habitual frente a la adversidad, frente a las dificultades y recordemos que el hábito de ver el vaso medio lleno se puede entrenar.
Frente a lo que ocurre en lo cotidiano, lo importante es qué hacemos con lo que nos pasa en nuestro universo interno ante las situaciones de vida en las que estamos inmersos. No podemos cambiarlas pero si somos personalmente responsables de lo que decidimos hacer con lo que nos ocurre frente a ellas.
Lo importante es que estemos conscientes de ese movimiento constante de nuestro mundo interno; que observemos atentamente el modo en que nos ubicamos frente a todas las circunstancias de vida y detectemos cuáles son nuestras actitudes, nuestro modo de acción y de no-acción.; cuales son nuestros sentimientos y nuestras emociones, nuestros motores o nuestras anclas…
Preguntarnos y encontrar respuestas nos pone en movimiento para sostener nuestro balance vital. Tenemos el poder de decidir y de elegir nuestras acciones, nuestro modo de trascender las dificultades y las adversidades; podemos victimizarnos o transformarnos en líderes de nuestras propias vidas. Podemos elegir quedarnos atrapados en la vulnerabilidad y el conflicto o decidir ser protagonistas de nuestra transformación personal y sustentar el balance vital cotidiano para vivir en plenitud y con alegría.
Esther Mónica Shocron Benmuyal
Embajadora de Paz
Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte
http://alaluzdelavida.blogspot.com