Mandala “Brindar Luz” (E. Mónica Shocron B.) “Brindemos Luz”
Todos tenemos en nuestro interior la fuerza para crear realidades; tenemos el poder de dar forma a nuestro mundo y de modelar nuestra vida. La fuente inagotable de ese poder es la Luz que nos habita desde el origen. Todos podemos convocar a la Luz o a la oscuridad; es nuestra elección y es un acto voluntario.
Necesitamos ser conscientes de los ecos que generan nuestras acciones, tanto en nuestra vida como a nuestro alrededor. Nuestras elecciones y decisiones son nuestra responsabilidad y esa responsabilidad es ineludible.
La fuerza de la Luz
Cuando mi luz disminuye o se apaga, todo a mi alrededor se vuelve opaco y confuso; todo pierde su brillo y se queda envuelto en una especie de niebla que no me deja ver más allá, que perturba mi visión. Y, aunque esto sea una metáfora, tiene su analogía en el mundo físico, en el mundo que me rodea; en la vida que se manifiesta en mi realidad cotidiana.
Entonces, pregunto…
¿Qué ocurre con el mundo que nos rodea cuando estamos de mal humor, o cuando vemos todo oscuro, o cuando estamos temerosos de cambiar nuestras rutinas y de salir de nuestra zona de confort, o cuando estamos enojados, o cuando nos sentimos descorazonados?
Seguramente, podríamos encontrar más ejemplos de aquellos momentos en los que pareciera que “nuestra luz se apaga” y todo se vuelve penumbra y oscuridad.
Nuestra vida cotidiana está llena de momentos brillantes y también de momentos opacos y oscuros y -si observamos conscientemente nuestro día a día- podremos encontrar una colección de imágenes recordadas que ayuden a comprender este vínculo ineludible entre “el adentro” y “el afuera”.
Hagamos una pausa y traigamos al presente aquellos momentos en los que nos sentimos radiantes, en los que vibramos en plenitud, en los que percibimos que brillamos y sembramos luz a nuestro alrededor; aquellos momentos en los que nos sentimos optimistas, seguros, alegres… ¿Cómo vemos –entonces- la vida y el mundo que nos rodea? Ciertamente, si ponemos atención, nos daremos cuenta que es muy diferente a la imagen del mundo sin luz, opaco y sin brillo…
Es que… “así como es adentro, es afuera” y lo que ocurre en nuestro mundo interno se refleja en el mundo exterior.
Existe una conexión profunda entre ambos mundos; una conexión maravillosa que nos ayuda a comprender que “todo tiene que ver con todo”; que en el universo cada una de sus piezas tiene una razón de existencia y un sentido específico dentro del todo mayor; todo cuanto existe tiene un sentido trascendente que afecta a la totalidad. Si cambiamos de lugar cualquier partícula, el resto también se modifica y esto aplica también, para nuestra vida cotidiana, para nuestras acciones y las respuestas que ellas generan, para nuestras actitudes, nuestros pensamientos y lo que se manifiesta en la realidad en la que elegimos vivir.
En la vida, siempre hay un lugar reservado para cada uno de nosotros y un camino personal y especial destinado a nuestro peregrinar; al descubrirlo, brillamos en la oscuridad y somos la Luz que ilumina el camino que elegimos recorrer.
Te preguntaste alguna vez ¿cómo es el mundo en el que querés vivir? ¿Cómo es la vida que quisieras vivir? ¿Imaginaste alguna vez “la película” de tu vida?
Y junto a estas preguntas se abre un espacio para otras, que nos llevan hacia nuestro mundo íntimo: ¿qué hacés vos para que eso se manifieste en tu realidad? ¿Cuáles son tus acciones y actitudes para lograrlo? ¿Esperás que otros lo hagan por vos? ¿Cómo ordenás tus prioridades para lograr que se manifiesten los anhelos de tu corazón?
Con estas preguntas ya tenemos una buena selección de semillas para iniciar nuestra nueva siembra y esperar una maravillosa cosecha! Comencemos, entonces!
Iniciemos esta aventura de encontrar respuestas que brinden Luz a nuestro recorrido y que a su vez, también brinden Luz a otros seres, para que descubran su modo de ir al encuentro de su propia Luz y ponerla en libertad. Sumemos “Luces”… porque al hacerlo, el poder de la Luz se multiplica, se fortalece, se expande y crece más… y más.
Elijamos ser ese faro de luz y ser parte “sensible y responsable” en los procesos de transformación necesarios para sustentar la armonía en la vida en nuestra Madre Tierra.
¿Dónde inician los procesos de cambio?
Todo gran cambio comienza en cada uno de nosotros; el poder de la transformación está en un rincón de nuestro ser esperando tener la energía necesaria para manifestarse a nuestro alrededor; recordemos que nuestro éxito va más allá de los resultados materiales, porque la vida lo mide por los corazones que transformamos en nuestro camino, comenzando con nuestro propio corazón.
Y para que esto sea posible, tengamos en cuenta que un elemento esencial para cualquier transformación personal es elegir y recorrer nuestro camino “con corazón”, ese que acaricia nuestra alma y que hace que ella le cante a la vida.
En la vida, no podemos caminar con los pies de los otros pero sí, con los nuestros y no podemos recorrer el camino de otros sino identificar el que es nuestro propio “camino con corazón”. Y… ¿Cómo lo reconocemos? Porque ese camino es el que nos brinda alegrías, el que nos hace sentir plenos y en calma; el que pone luz en nuestras miradas, acaricia nuestro corazón y le da sentido a nuestra vida.
En este camino especial con el que vibramos en sintonía plena, siempre hay espacio para nuestra atención personal y para que florezcan nuestras acciones amorosas y de cuidado de otros seres; porque somos parte de esa “unidad diversa” que nos incluye y nos abraza y, cuidándonos, cuidamos a todos al mismo tiempo; y al hacerlo, brindamos nuestra Luz que -al expandirse- nos abraza y también ilumina todo a nuestro alrededor.
En estos tiempos en los que vemos un mundo en crisis, lleno de problemas, necesitamos ser la solución y no las quejas; porque las quejas se transformarán en obstáculos que nos impedirán seguir adelante y avanzar en nuestro camino, como individuos y como comunidad. Necesitamos conectar con nuestro “hogar espiritual”, con esa dimensión que ayuda a tener la visión del águila para poder ver todo desde una perspectiva amplia y expandida. La cuestión social y la cuestión espiritual van de la mano; ambas dimensiones se nutren mutuamente para sostener el balance; sin la dimensión social caeríamos en fanatismos y sin la dimensión espiritual caeríamos en el pesimismo y en el “sin- sentido” de todo.
Sin importarnos la oscuridad que parezca rodearnos, elijamos ir al encuentro del esplendor con esperanza y con fe; ésta es nuestra decisión personal y esa decisión nos dará la posibilidad de brindar Luz a través de nuestras pequeñas acciones cotidianas.
Recordemos que cada pequeña acción cuenta para una gran transformación; cuidemos –entonces- la calidad de nuestras acciones; cuidemos que ellas sean siempre el fiel reflejo de la Luz que nos habita, para que ellas se transformen en la Luz que ilumine el gran cambio que anhela nuestro corazón. Tal vez, a veces, nos cueste creer que esto sea posible… Pero veamos a nuestro alrededor, observemos con atención lo que ocurre en nuestro mundo íntimo y reconozcamos el modo en que las energías se manifiestan en la realidad; así podremos elegir conscientemente con cuáles queremos entrar en sintonía.
Cuidemos y elijamos conscientemente nuestras palabras…
Porque ellas nos comunican con los demás, llegan al corazón de quienes las escuchan, se quedan vibrando en él y generan respuestas en sintonía. Cuidemos nuestras palabras porque ellas inspiran recorridos, crean realidades y vibran en la convivencia.
Las palabras tienen ese poder misterioso de crear realidades; su sonido pone en movimiento la energía creadora y su vibración nos activa o nos aquieta; nos acerca o nos aleja; nos guía hacia encuentros o desencuentros; nos inquietan o nos dan calma.
Las palabras vibran en el corazón activando nuestra sensibilidad profunda y dándole sentido a nuestras acciones cotidianas; las palabras nos llevan a la acción -o nos detienen- y también, pueden ser inspiración para que plasmemos nuestros anhelos más queridos e inspiremos a otros.
Las palabras son sonoras y sus sonidos recorren nuestros cuerpos, nuestros ambientes, nuestra mente y nuestros pensamientos; vibran y producen efectos en sintonía con su energía.
Las palabras pueden vibrar alto y también, vibrar bajo… Cuidemos entonces la calidad de nuestras palabras para que aquéllas que salen de nuestra boca sean siempre palabras “con corazón”, capaces de crear belleza en nuestra vida, en nuestro mundo y a nuestro alrededor.
Nuestro léxico cotidiano es más importante de lo que muchas veces suponemos; podemos captar su energía a través de nuestra sensibilidad y de nuestra consciencia. En nuestra comunicación cotidiana, las palabras pueden ayudarnos a plasmar una buena convivencia; podemos elegir palabras “melodiosas” y armoniosas o palabras “ruidosas” y estridentes; es nuestra elección y es un acto voluntario.
La auténtica grandeza NO necesita expresarse con gritos ni con palabras ruidosas; sólo deja sus huellas -silenciosamente- a lo largo del camino, tocando vidas, transformando corazones, sembrando Luz y belleza.
La verdadera belleza nace de lo sutil; de la calma que sustenta nuestro balance, de la paz que nos abraza con su fuerza y su poder, del amor que nos ayuda a descubrir el punto de Luz existente en cada cosa y en cada ser y de la sabiduría que nos inspira en todos nuestros recorridos.
Vayamos al encuentro de la belleza y de lo sagrado que hay en ella, porque allí encontraremos serenidad en tiempos de tormentas; alegría en las pequeñas cosas cotidianas; Paz en el alma y fortaleza para continuar nuestro “camino con corazón” en cualquier circunstancia de la vida.
Y aquí va un deseo del alma…
Qué en nuestro día a día, siempre salgan de nuestras bocas palabras que “vibren alto”, inspirando recorridos personales y compartidos donde la fuerza de la Luz prevalezca, agregando belleza y grandeza a nuestra vida personal, comunitaria y planetaria.
Esther Mónica Shocron Benmuyal
Embajadora
de Paz
Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte
http://alaluzdelavida.blogspot.com
http://semillasluzparalavida.blogspot.com