Mandala “Namasté” (Mi ser saluda a tu ser) (E. Mónica Shocron B.)
“Sintonizándonos con los valores para vivir”
Amor-solidaridad-respeto-gratitud-generosidad-honestidad-libertad-humildad-comprensión-responsabilidad-transparencia-paz
Estamos viviendo tiempos de grandes desafíos que nos impulsan a buscar nuevos caminos para recomponer “el todo partido” y transformar las heridas abiertas por la crisis de valores, prioridades y convivencia, en cicatrices que nos recuerden errores del pasado sólo para poder superarlos, corregirlos, trascenderlos y generar nuevos modos de convivencia en armonía y en paz.
Fuga
de Valores
Parece
que nuestro mundo “humano” ha entrado en una crisis de
valores, como si una fuerza invisible los fueran diluyendo.
Observemos los hechos cotidianos y las noticias que recorren todo el planeta, pero hagámoslo con una mirada atenta y consciente; con aquella mirada que puede ver más allá de lo aparente y con mayor claridad. Abramos también el corazón para poder sentir más profundo; combinemos mente y corazón para trascender las apariencias y lograr que nuestra mirada externa se sincronice con la mirada interna para calibrar nuestra visión de la realidad.
El amor, la solidaridad, el respeto, la gratitud, la generosidad, la honestidad, la libertad, la humildad, la comprensión, la responsabilidad, la paz, la transparencia son atributos esenciales para una convivencia en balance y armonía.
En estos tiempos, pareciera que estos valores “están en fuga”, como si se escaparan de las conciencias de los seres humanos! Necesitamos activarlos en nuestro interior para poder verlos reflejados en nuestra sociedad.
Nos propongo –entonces- darles una presencia cotidiana fortalecida, en lugar de detenernos en su desaparición de la conciencia de los seres humanos.
Para sintonizarnos con los valores para vivir necesitamos encontrar nuestra sintonía armónica. Todo comienza cuando activamos nuestro “ser consciente”.
¿Cómo lo haremos?
Activando los valores en nuestras vidas cotidianas, en nuestro espacio personal, en nuestras conciencias; observando atentamente nuestras actitudes, acciones, modos de expresarnos y de comunicarnos.
Estos valores precisan estar presentes en el día a día; necesitamos reactivarlos para que abracen nuestro modo de vivir.
Vibrar en sintonía con ellos es una decisión personal, voluntaria y puede ser contagiosa si nace de nuestra “mente-corazón”, porque los hace fácilmente visibles y los vuelve vitales.
Los valores para vivir son los que nos construyen, los que nos proveen evolución, armonía, convivencia en paz, alegría, optimismo, expansión, plenitud, sentimientos amorosos y altruistas. Ésos son los valores que necesitamos activar.
Los valores, al igual que nuestras acciones, actitudes y palabras emanan energía y esa fuerza tiene poder creador; es decir, crea realidades.
Empecemos haciendo nuestro autodiagnóstico
El sentido del autodiagnóstico es encontrar los valores que están activos en nosotros y conectarnos con su vibración, para poder identificarlos y descubrir cuáles son los que nos hacen sentir en expansión, con alegría, en paz y saludables. Con nuestro autodiagnóstico comienza la transformación personal y con la transformación personal iniciamos el movimiento hacia la transformación social.
Veamos la secuencia para nuestro autodiagnóstico
* Identificar cada uno de los valores
* Descubrir la energía intrínseca de cada valor
* Darle identidad a esa vibración
* Conectarnos con cada uno de ellos percibiendo su vibración
* Descubrir cómo vibra en nosotros
* Identificar los efectos que producen en nosotros, es decir, los estados internos, las sensaciones corporales y los pensamientos que generan
* Darnos el tiempo necesario para entrar en sintonía con cada uno
*
Integrar sus vibraciones a nuestro mundo. El resto se producirá
naturalmente.
Siguiendo estos pasos percibiremos que al conectarnos se moviliza la energía de nuestro universo íntimo y al vibrar se va expandiendo hacia el mundo externo, alcanzando nuestra realidad cotidiana y trascendiendo la dimensión espacio-tiempo. Si abrimos nuestros sentidos al máximo posible -como si abriéramos el diafragma de una cámara de fotos para captar más luz- podremos comprobar el movimiento de esa energía.
Qué
valores elegimos para vivir?
Para
respondernos, tengamos en cuenta que los valores que elijamos para
vivir son los que reflejaremos en nuestro entorno y si queremos una
sociedad en la que reaparezcan y se reactiven esos valores que se
fueron esfumando, primero, necesitamos activarlos en nuestro mundo
interno. Para hacer esta elección identifiquemos también
cuáles son nuestras prioridades y así, poder calibrar
nuestras acciones.
Para ponernos manos a la obra, ejercitemos
nuestra capacidad senso-perceptiva; esto nos permitirá
ampliarla, desarrollarla y activar la “conciencia testigo”-
ese observador silencioso que nos aclara el panorama, que no juzga y
que despeja los filtros para que podamos ver más claro- y
volvernos seres “conscientes” en lo cotidiano.
Hagamos una breve experiencia:
Dejemos que nuestra mirada se deslice suavemente hacia el horizonte hasta que los párpados comiencen a cerrarse lentamente. Con ritmo sereno y acompasado, dejémonos ir hacia nuestro universo interior y vayamos deteniendo los movimientos externos, dejando que sólo nuestra conciencia se movilice. Silenciemos poco a poco el ruido de los pensamientos y acompañemos a nuestras emociones hacia su lugar de descanso. Dejemos de respirar automáticamente y demos lugar a la respiración consciente, percibiendo el vaivén de cada inhalación y cada exhalación. Sigamos el ritmo de los latidos hasta encontrar nuestro espacio de silencio y serenidad para poder activar nuestra mirada interna, nuestra percepción profunda, nuestra sensibilidad y comenzar a expandir nuestra consciencia.
Esta es una experiencia simple (apenas un ejemplo), fácil de realizar y de gran utilidad para la vida diaria. Podemos incluirla en nuestras rutinas cotidianas porque nos ayudará a sustentar nuestro balance vital y facilitará la convivencia en armonía con todo. Este tipo de práctica apenas lleva unos minutos y podemos repetirla cuantas veces sean necesarias; contribuye a la estimulación de nuestra capacidad senso-perceptiva, nuestra mirada atenta, nuestra conciencia testigo y la experiencia de lo que llamamos “ser conscientes”.
Emociones, sentimientos, actitudes y acciones bajo la lupa
Observemos conscientemente la realidad que nos involucra en estos tiempos, más allá de cualquier geografía o grupo cultural.
*¿Qué vemos cuando observamos y qué sentimos frente a las noticias cotidianas que describen violencia, intolerancia, enojo, ira, manipulación, atropello...?
Seguramente, nuestro cuerpo -como una antena sensible a las vibraciones- lo capta y nos refleja las energías que esas emociones y sentimientos ponen en acción. Tal vez no registremos el mensaje inmediatamente o apenas podamos decodificarlo. Pero podemos ejercitarnos a través de la conciencia testigo y encontrar recursos que nos ayuden a detectar los efectos que se producen en nuestras biologías y en nuestro mundo emocional y mental cada vez que entramos en contacto con pensamientos, actitudes, acciones que provocan –de alguna manera- destrucción, desbalance, inquietud. Al hacerlo podremos comprender, comprender nos ayudará a ver más claro y ver más claro nos permitirá ayudar a los demás. Es un entrenamiento de tiempo completo, porque para activar nuestra “mirada consciente” necesitamos ejercitarla todo el tiempo que nos sea posible. (ver ”La Experiencia de ser conscientes”- publicación diciembre 2021)
Veamos algo acerca de la energía de las emociones.
Cada energía que emana de las emociones produce efectos y estos efectos inciden en nuestra fisiología, condicionando nuestros pensamientos, nuestras actitudes y nuestras acciones.
Las emociones despiertan pensamientos, actitudes y acciones en sintonía. Si las emociones son destructivas e inhabilitantes, nuestros pensamientos nos guiarán hacia acciones y actitudes que lo manifiesten y plasmen en la realidad. Entonces, lo importante es procurar ser “pro-activos” en lugar de reactivos y entrenarnos para eso con constancia, ritmo, decisión y voluntad
Para poder comprender lo referente a las energías, las emociones y sus efectos precisamos calibrar nuestra mirada y orientarla hacia una visión amplia e inclusiva; necesitamos ampliar nuestra percepción para poder detectar los efectos sutiles que nos pasan desapercibidos con nuestro modo habitual de ver.
Es fácil si ponemos atención y ejercitamos cada uno de los sentidos para que ellos se acostumbren a percibir más allá de lo superficial y lo evidente. Cuando nuestros sentidos se ponen en acción, primero captan los estímulos más próximos; pero si ponemos a todo el sistema en alerta, veremos cómo comienzan a detectar estímulos y sensaciones casi imperceptibles que –a priori- parecían inexistentes.
Entonces, la propuesta es la pesquisa, la acción y la experimentación personal para poder hacer la diferencia.
Trabajar con nosotros mismos es el punto de partida cuando necesitemos asistir a otras personas; precisamos transformarnos nosotros mismos para que esa transformación pueda expandirse e inspirar a otros en sus procesos personales. En esto, la decisión y la voluntad son esenciales para ir a la acción.
La transformación personal es prioritaria porque sin ella difícilmente podrían lograrse los cambios dentro de la sociedad; la transformación personal precede a la grupal y es la que posibilitará la co-creación de alternativas que nos ayuden en este propósito.
¿A qué llamamos transformación personal?
Transformar es reconstruir, dar una nueva forma, reestructurar. En las ciencias físicas una sustancia se transforma en otra que tiene naturaleza, comportamiento y característica diferentes como ocurre con el agua convertida en hielo o vapor; o con las aleaciones de metales, o cualquier combinación de elementos o sustancias que originan otra; o como ocurre con los ingredientes de cualquier comida, que aportan sus calidades individuales para lograr una nueva, con nuevo aspecto, nuevo aroma, nuevo sabor y una nueva identidad.
En el plano humano, hablamos especialmente de la transformación de la conciencia como un estado de “darnos cuenta que nos estamos dando cuenta”, es decir, de “ser conscientes que somos conscientes”. Hablamos de una nueva perspectiva para ver otras alternativas; de una nueva mirada y de la expansión de nuestra conciencia que ayuda a nuestra propia evolución.
El proceso de la transformación personal se inicia en la conciencia y para comenzar podemos hacernos algunas preguntas que pueden ser parte de nuestro “autodiagnóstico”:
*¿Nos preguntamos habitualmente sobre el uso personal del lenguaje; el modo de pensar; los hechos que nos alejan de nosotros mismos; las falsas percepciones; los hechos habituales que alimentan nuestro enojo, la tristeza, la indecisión; la tendencia a criticar o juzgar a “los otros”, o de culpar a la “naturaleza o fenómenos ambientales” de nuestras propias desdichas?
*¿Estamos conscientes durante la vigilia de los procesos de nuestros pensamientos?
*¿Ejercitamos todos los días disciplinadamente la atenta y sincera observación de nosotros mismos usando recursos simples?
Entrenemos nuestra conciencia testigo
Podemos comenzar poniendo atención:
*al propio flujo de nuestra atención
*a nuestras sensaciones, sentimientos, emociones, actitudes y a los impulsos
*al modo de expresarnos verbal y corporalmente, escuchando el tono, las inflexiones de nuestra voz y observando los gestos que acompañan nuestras palabras
Así, estaremos dando los primeros pasos para la transformación personal, porque cuando nos habituamos a observar con atención plena, nuestra mente comienza a habituarse a “darse cuenta” y a permanecer consciente durante un tiempo cada vez más prolongado.
Entonces, comenzamos a darnos cuenta (a ser conscientes) de:
*las tensiones corporales
*el flujo de la atención
*los vaivenes de los pensamientos y los deseos
*la actividad de los sentidos
*los diferentes estados internos que se suceden -a lo largo del día- unos a otros
*el tipo de pensamientos con que alimentamos nuestra mente todos los días
*los valores que elegimos para vivir nuestro día a día
* y mucho más!
Volvamos a la experimentación:
Evoquemos-por ejemplo- una situación de enojo; recordemos la mayor cantidad de detalles posibles previos a la manifestación de esta emoción-sentimiento. Dejemos que nuestra conciencia capte la “peregrinación” del enojo por todo nuestro cuerpo. El enojo -como cualquier otra emoción/sentimiento- realiza un recorrido corporal estimulando nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo físico envía información a nuestras células que –a su vez- envían respuesta a la energía puesta en movimiento por ese estímulo. De este modo nuestra biología responde a los estímulos recibidos generando estados en sintonía con esas energías. Todo funciona como una red de energía con sus nodos interconectados entre sí y cualquier estímulo que afecte a uno de ellos repercute en el resto de la trama de energías. Esto incluye emociones, sentimientos, cuerpo físico y nuestros pensamientos. Observar conscientemente este mundo de relaciones nos abre nuevas puertas para comprendernos y ponernos en acción.
En estos procesos de transformación siempre hay algo más que hacer, porque el movimiento no se detiene en tanto la vida esté allí.
Para seguir entrenando nuestra conciencia necesitamos:
*Asumir una actitud reflexiva
*Sostener una atención plena constante
*Trascender los temores de ir más allá del campo de los 5 sentidos
*Permitir que nuestra mente se deslice por nuevas dimensiones e integre los contenidos que circulan por los bordes de nuestra conciencia a niveles cada vez más elevados e inclusivos
*Permitir que nuestra mente pase de lo bidimensional, a lo tridimensional y de ahí, en adelante, hasta donde sea que pueda llegar.
Porque cada nueva integración facilita la siguiente y da lugar al proceso de nuestra evolución en sentido ascendente. Todos podemos optar por la transformación profunda con sólo decidir orientar voluntariamente nuestros pasos en esa dirección. De nuestra transformación personal profunda emanará la transformación grupal profunda de la humanidad.
Recordando a Gandhi… Seamos el cambio que queremos ver en nuestra realidad.
Esther Mónica Shocron Benmuyal
Embajadora de Paz
Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte
http://alaluzdelavida.blogspot.com