![]()
Semillas para la vida Una propuesta educativa, una elección de vida Educar desde la Esencia
“La sensibilización:
un camino hacia la integración” “Para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia.” Octavio
Paz Para
reconocernos necesitamos tener referentes, observarnos desde afuera. Los demás
son espejos, nos reflejan y podemos reconocernos en ellos, darnos cuenta de
nuestras actitudes; podemos descubrir nuestras “sombras” que permanecen
ocultas a la conciencia pero que permanentemente producen efectos en nuestras
vidas.
Nuestras
reacciones frente a las actitudes de otros seres simplemente son evocaciones de
esas sombras de las que todavía no nos hemos podido desprender o a las que no
hemos logrado individualizar y aceptar. Decía Albert Einstein: “Un
ser humano es una parte de la totalidad que llamamos “Universo”, una parte
limitada en el tiempo y en el espacio. El se experimenta a sí mismo, sus
pensamientos y sus sentimientos, como algo separado del resto; una forma de
ilusión óptica de la conciencia… Nuestra tarea debe ser liberarnos de esa
prisión, extendiendo nuestro círculo de compasión hasta abrazar la totalidad
de las criaturas vivientes y la totalidad de la naturaleza en la plenitud de su
belleza” Sabias
palabras; siempre recuerdo que Einstein decía que cuanto más se acercaba al átomo
más cerca del Espíritu se sentía y realmente percibo que es así, es
aproximarse a la esencia de todo lo que existe en este universo manifiesto.
Aunque nos veamos separado del resto de la Creación como seres humanos tenemos
una triple identidad: somos seres biofísicos, terrestres y cósmicos y esto, en
lugar de separarnos, nos une tanto a la Tierra
y como al Cosmos. Nuestra relación con la
diversidad y la integración
En la diversidad aprendemos a encontrarnos, a reconocernos como
individuos y como parte de una comunidad, de un ecosistema; aprendemos a
descubrir nuestra huella digital, nuestro acorde personal; a crear paz en
nuestros corazones cuando logramos aceptarnos mutuamente con integridad. Tal vez sean muchas las preguntas que nos inspiran nuestra relación
con la diversidad; buscamos comprenderla, saber cómo transitarla y la vivencia
es muy poderosa para este aprendizaje, mucho más que mil palabras. En
un rincón del corazón siento que somos guardianes del Planeta y de toda la
biosfera; es un sentimiento poderoso y profundo que se escapa del pensamiento
lineal y lógico. Cuando
un paisaje cambia repentinamente tras alguna explosión que abre las entrañas
mismas de la Tierra, una fuerza involuntaria se apodera de mí y me duelen sus
heridas en el cuerpo, en el alma y en el corazón; algo se desagarra en mí
hasta las lágrimas como si yo fuera la Tierra; entonces, comienzo a comprender
que soy parte de ella y de todo lo demás; que lo que la afecta me afecta a mí
también. Si tan sólo abriéramos nuestro corazón para reconocernos en
cada partícula mineral, vegetal y animal; si tan sólo pudiéramos sentir en
cuerpo y alma esa integridad, comprenderíamos el sentido trascendente de la
diversidad. Podemos
apelar a la mirada interna que nos brinda un conocimiento silencioso que va más
allá de las fronteras de la mente finita tanto como a la intuición y al
instinto. Somos
capaces de escuchar el latido del Universo; de percibir los movimientos que se
sincronizan y los sonidos que se sintonizan; podemos ver la trama que se teje al
dar y recibir y podemos descubrir que nuestros ritmos acompasan el ritmo de todo
el Universo. Hagamos
una experiencia que nos ayudará a elevar nuestra vibración, ampliar los
horizontes de nuestra conciencia y a sintonizarnos con la integridad y la
diversidad simultáneamente. Sensibilizándonos
al respirar Primero,
preparo el lugar con algún aroma agradable, una música que haga vibrar mi alma
serenamente. Busco una postura cómoda antes de comenzar, cierro los ojos y me
relajo, hasta sentir que el cuerpo puede quedarse inmóvil por un espacio de
tiempo prolongado. Sólo cuando percibo que estoy lista, comienzo. Hago
una inhalación profunda y dejo que toda la energía de la Madre Tierra encarne
en mi cuerpo. Una y otra vez inhalo y exhalo sintiendo que su energía impregna
cada una de mis células. Con cada respiración mi cuerpo se fortalece y el
silencio de mi mente afianza mi comunión con ella. A medida que sostengo mi
atención en este intercambio de energías, despierta mi conciencia hacia mi
humanidad y mi identidad terrestre. Siento que me crecen raíces que llegan
hasta el corazón mismo del Planeta y me alimentan con su vitalidad. Toda su
fuerza emerge hacia mí nutriendo mi parte terrena hasta su rincón más oculto.
Toda mi atención permanece en el cuerpo físico que alberga mi alma; tengo
plena conciencia de su dimensión, de su sensibilidad, su fisiología y su
descanso. La
respiración sigue siendo el motor de mi experiencia en este momento. He
rescatado a través de ella mi vínculo con la Tierra; he reconocido su energía
en mi cuerpo. Ahora,
necesito elevarme hacia lo intangible. Sigo respirando rítmica y profundamente;
apenas percibo el sonido del aire al inhalar y al exhalar; su movimiento es
ondulante. Siento placer y me expando. Mi mente está quieta, mis pensamientos,
silenciosos. Aparece en mi rostro la silueta feliz de una gran sonrisa. Me
siento en paz. Imagino
un cielo iluminado por el sol. Imagino –luego- un cielo con ese azul casi
negro de la noche punteado por
estrellas, lleno de luz de luna llena, blanquecina y radiante. Respiro su
belleza y la dejo entrar en mí amorosamente para que me recorra en toda mi
dimensión y mi cabeza se abra para recibir la Luz de la Creación. Inhalo
y todo el Universo se plasma en mi cuerpo de luz; su esencia primal colma todos
los espacios de mi conciencia. Soy el Universo y soy cada partícula diminuta
que forma parte de él. He crecido, ya no tengo forma ni contorno porque estoy
unida a todo; la separación ha desaparecido; sólo existen la comunión y el
estado de Gracia. Me
siento íntegra, radiante, alegre y feliz. Permanezco gozando esa plenitud
silenciosa y sonora a la vez hasta que la energía me avisa que es tiempo de
volver la atención a la inhalación. Y
me pregunto: ¿Soy yo quien respira o es el Universo que lo hace a través mío?
Y
me respondo: Estoy fusionada con la Unidad: Soy cuerpo, soy mente, soy alma, soy
espíritu. Hago
una inhalación profunda y recupero mi conciencia del aquí y ahora; comienzo a
mover mi cuerpo suavemente incorporando paso a paso mis sentidos externos para
vincularme con el mundo que me rodea (1) Las
visualizaciones, la respiración consciente, las prácticas expansivas del uso
de los sentidos profundizan nuestra comunicación con todo nuestro entorno;
facilitan la comunión que nos posibilita vínculos de esencia a esencia. Hacer
estas prácticas todos los días ocupa apenas algunos minutos de nuestro tiempo
pero ennoblece
nuestra convivencia en la diversidad al comprender nuestra pequeñez y nuestra
inmensidad. “…No
hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los
colores. Hay gente de fuego sereno que ni se entera del viento, Y gente de fuego
loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran, ni
queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin
parpadear, y quien se acerca, se enciende”
(Eduardo
Galeano) Mónica Shocron semillasparalavida@yahoo.com.ar semillasparalavida@hotmail.com |