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Semillas
para la Vida Educación
desde la Esencia “Convivir
con el Medio Ambiente Natural,
Humano y Cultural” Primera
Parte Consideraciones
previas
Para
conocer, comprender e interactuar ecológicamente con el Medio Ambiente Natural,
Humano y Cultural apelaremos a nuestro sistema de comunicación de los sentidos
para percibir conscientemente. La
conciencia de nuestra capacidad y práctica de la
percepción expandida facilita nuestros vínculos ecológicos con el
Medio Ambiente Natural, Humano y Cultural y generan un acercamiento entre todas
las piezas que componen el ecosistema, incluyendo junto al mundo biológico y
natural el mundo cultural creado
por el hombre. Es
a partir de la observación minuciosa y atenta que facilitamos nuestra interacción
fluida con el medio que nos rodea, creando vínculos basados en la transparencia,
el cuidado, el respeto, la valoración y la comprensión profunda, intelectual y
subjetiva. ¿Qué
observamos? Observamos
la realidad interna y la realidad externa; la historia, la evolución de los
acontecimientos, hechos que se suceden en lo cotidiano, nuestro entorno, nuestra
convivencia; el micro y el macrocosmo. ¿Para
qué observamos? Para
conocer, para informarnos, para relacionarnos, para comprender, cuidar, respetar,
para integrar. ¿Cómo
ampliamos nuestra conciencia? Ampliando
nuestra sensibilización, ejercitándonos en el darnos cuenta yendo de lo simple
a lo complejo; de lo cercano a lo más lejano; de lo interno a lo externo, de
uno mismo hacia el mundo que nos rodea. Observar-
sentir- darnos cuenta- ponerse
en el lugar del otro- sintonizarse respetar-
comprender- valorar- cuidar-
rescatar- integrar Nuestros
sentidos nos permiten tomar conciencia de nuestro mundo interno y del mundo que
nos rodea. Es a través de ellos que experimentamos los vínculos, la comunicación,
la convivencia y la vida. Ellos nos aportan la información que nuestra
conciencia precisa para su expansión. Hemos
compartido en ediciones anteriores ideas para ejercitar nuestra percepción como
un modo de facilitar ese estado de “ser conscientes” de nuestros
sentimientos, pensamientos y acciones tanto como los de nuestro entorno. Conocernos
sin filtros y aprehender datos de la realidad exterior es un paso adelante para
comprender al mundo que nos rodea, en este caso, el medio ambiente natural,
humano y cultural. Darnos
cuenta
“Darnos cuenta es tomar
conciencia de nuestra realidad, presente o no, tanto de nuestro mundo físico
como del mental y del emocional. Nuestros sentidos y nuestras
percepciones, nos permiten tomar contacto por medio de la experiencia, con lo
que acontece adentro y afuera de nosotros mismos; nos ayudan a explorar, a
profundizar nuestra capacidad para “darnos cuenta” del mundo exterior,
de nuestro interior y de la realidad “imaginaria”, vinculados con el
pasado o el futuro. “Darnos cuenta” es la
antesala de cualquier cambio, más allá de la profundidad del mismo;
es tomar conciencia y es previo a cualquier proceso de transformación.”
* Podemos entrenarnos
con distintas rutinas para darnos
cuenta y aprender a hacerlo de tal modo que eso ocurra casi al mismo momento
en el que se producen los acontecimientos.
Observar, escuchar, sentir con atención,
nos va educando para ser conscientes de que somos conscientes;
para darnos cuenta que nos estamos dando cuenta. Es el punto de partida
para iniciar los procesos de cambio y transformación, ayudándonos con el
sentido común. Recordemos que la vida nos proporciona a cada instante
los elementos que necesitamos para nuestras experiencias, para que vayamos
descubriendo “los para qué”, “los cómo”, “los por qué”; para que
encontremos el sentido de la oportunidad y sepamos qué hacer, cuándo avanzar o
cuándo detenernos. “La información que
procesamos a nivel racional no alcanza para
“tomar conciencia” de los significados profundos de la realidad que vivimos.
El darse cuenta en este sentido, es un estado más amplio que nos conduce a la
idea de la “conciencia despierta”; en parte
es como decirnos: “ah!
ahora me doy cuenta!” … “ * La comprensión profunda se manifiesta en todo nuestro
ser que vive una sensación de certeza que no deja lugar a más preguntas
sino a la convicción que es así. Se establece una conexión inmediata entre
todas nuestras partes que genera acciones sin titubeos, seguridad en nuestros
pasos. Percibimos inmediatamente que todas las piezas están en el lugar
correcto; que es el tiempo y la oportunidad, que es el momento de actuar
o de esperar, incluso, podemos
experimentar un estado de alegría de vivir, de plenitud y de poder. Seguramente todos podemos encontrar más de un ejemplo
en nuestro día a día. Podemos
hacer la experiencia preguntándonos por ejemplo acerca de nuestras acciones con
relación al medio ambiente, a nuestro modo de interactuar con él, sea con la
naturaleza o con el medio ambiente cultural. Darnos
cuenta es ir descubriéndonos y descubriendo nuestro entorno; es tomar
conciencia de quiénes somos en realidad, del sentido de la existencia del mundo
natural y del mundo cultural. Es ir más allá de los modelos o estereotipos
para poder hacer una conexión directa con nuestra propia esencia y lograr que
nuestras acciones sean su reflejo externo. ¿Qué observamos cuando lo
hacemos con atención y teniendo en cuenta el sentido común? En nosotros mismos observamos el cuerpo, las
sensaciones, movimientos, posturas, gestos;
nuestras estructuras mentales, qué decimos, escribimos o pensamos,
registramos nuestras actitudes, reacciones, sentimientos, emociones, acciones. En el medio ambiente observamos sus componentes,
características, formas de manifestación; los modos que adoptan las relaciones
en general, tanto con las personas como con los objetos culturales, plantas,
animales, etc. Los datos que obtenemos de este modo se convierten en
valiosa información para darnos cuenta y comprender la vida en un
sentido amplio, incluyendo nuestro pequeño universo y sus relaciones con el
macrocosmos. Los datos de la realidad los captamos fraccionados y
adquieren sentido sólo al integrarse en el todo, pasando de lo particular a lo
general, de las partes al todo. Se establece un vínculo profundo entre el mundo
tangible y el no tangible; entre lo que salta a la vista y lo que percibimos más
allá de ella. Por ejemplo, si caminamos un laberinto en silencio y toda nuestra
conciencia está puesta en los pasos que damos, llegaremos a establecer este
tipo de vínculo, que puede
ayudarnos a tener una comprensión ampliada de la realidad. ¿Qué recursos tenemos a nuestro
alcance para darnos cuenta, para despertar nuestra conciencia,
para ampliar su campo de acción? ¿Dónde podemos encontrarlos? Los recursos están a nuestro alcance todos los días
de nuestra vida; nos acompañan permanentemente. Un encuentro fortuito, conductas reiteradas, la página
de un libro que nos aclara algo que teníamos en nuestra mente como duda o incógnita;
la emoción que nace al conectarnos con una obra de arte, una música o un
texto; un enojo o reacción violenta, son todas cuestiones cotidianas que
cualquiera de nosotros vive. Éstas pueden transformarse en una oportunidad para
ver con mayor claridad, sin filtros ni distorsiones. Nuestros sentidos nos permiten ver, escuchar, sentir o
percibir. ¿Qué sensaciones registran? ¿qué información nos dan? Los sentidos conectan nuestro mundo interno con el
mundo que nos rodea. Nuestro entorno, todo aquello que está afuera se
transforman en referentes que facilitan la comprensión acerca de nosotros
mismos, de los otros, de la naturaleza, del medio ambiente cultura, es decir, de
todo lo vinculado con la vida en general. “Darse cuenta” es parte de los procesos de
aprendizaje en la educación formal y no formal; es parte de nuestros
aprendizajes de vida que nos facilitan nuestras experiencias cotidianas. Cada vez que tomamos conciencia de algo, tenemos nuevos
elementos para corregir nuestros errores, para ajustar nuestras conductas, para
comprender, valorar y respetar. Recordemos algunas circunstancias de nuestra vida
diaria. Observemos nuestro modo de alimentarnos; de pensar, de actuar.
Experimentemos en nuestra vida cotidiana. Algunas
experiencias para ampliar nuestro nivel de conciencia *
Elijamos un periodo de tiempo y observémonos conscientemente. Comamos
conscientemente, prestando atención a los alimentos que ingerimos, los
procesos fisiológicos, las sensaciones corporales. Variemos el tipo de
alimentación y observemos lo que nos ocurre, si aparecen cambios, sus
características. Investiguemos y saquemos conclusiones que nos ayuden luego a
comprender y a estar atentos, alerta y conscientes. *
Dediquemos todos los días unos minutos para vincularnos
conscientemente con nuestra respiración. Primero, tomemos contacto con ella,
observemos su ritmo, profundidad, amplitud; agudicemos los sentidos para
percibir el recorrido del aire desde que inhalamos hasta que exhalamos. Luego,
juguemos con ella respirando de diferentes maneras; probemos por la
nariz, por la boca; silenciosamente, ruidosamente. Y observemos las reacciones
de nuestro cuerpo en cada variante, con mucha atención.
* También podemos atender a nuestros pensamientos: prestemos atención
durante un día a todos los pensamientos y palabras o ideas que aparezcan en
nuestra mente, así como lo que digamos en nuestros diálogos. ¿Qué tipo de
pensamientos son? ¿positivos? ¿negativos? ¿nos impulsan a construir o a
destruir? ¿representan críticas y enjuiciamientos o denotan comprensión? “Las señales que llaman
nuestra atención sobre determinada cuestión se convierten –de alguna manera-
en una guía para comunicarnos con esos niveles no visibles; nos queda luego
establecer relaciones entre esos datos para elaborar hipótesis, sacar
conclusiones, hacer síntesis, encontrar respuestas.” * Ampliar nuestro nivel de
conciencia, nuestra capacidad de “darnos cuenta” nos guía hacia
relaciones ecológicas con nuestros semejantes y con el medio ambiente. Mónica
Shocron
e-mail:
semillasparalavida@hotmail.com *
“EducarNos” (Mónica Shocron-Laura Waisman)- Lugar Editorial |