Não podemos pensar em desenvolvimento econômico, reduzir as desigualdades sociais e em qualidade de vida sem discutirmos meio ambiente. - Carlos Moraes Queiros
ISSN 1678-0701 · Volume XXII, Número 88 · Setembro-Novembro/2024
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Educação
Mandala: “La Fuerza de la Luz” (E. Mónica Shocron B.)
“Un llamado urgente a nuestro “ser sensible, humano y planetario” Sensibilizaciones breves para activar nuestro “ser sensible, humano y planetario”
Carta abierta a todos los seres humano, a la gran familia planetaria En estos momentos de gran agitación planetaria, en el que las noticias danzan alrededor de nuestro planeta, en palabras y en imágenes, es de vital importancia recordar nuestra “gran unidad”, porque somos miembros de la gran familia humana, planetaria y –también- cósmica y lo que afecta a una parte de ella -en realidad- nos afecta a todos. Las experiencias de vida que estamos transitando en estos tiempos, movilizan hasta la última molécula de nuestras anatomías, de nuestros sentimientos y pensamientos, trascendiendo el espacio-tiempo, encogiéndonos el corazón, tocando las puertas del alma y llevándonos hacia un instante de callada pausa. En este preciso momento, siento un llamado urgente a conectarnos desde nuestra interioridad, con ese espacio de comunión silenciosa, de conexión con la “gran unidad”, con el amor incondicional y con lo transpersonal, conscientes de nuestro sentido de trascendencia, para poder percibir con mayor facilidad, hacia dónde necesitamos orientar nuestros pasos. Necesitamos entrar en sintonía con esa vibración que nace en nuestro interior cuando nos sentimos naturalmente agradecidos con la vida, cuando experimentamos una maravillosa y profunda conexión con los demás y con toda la Creación; cuando somos capaces de sostener nuestra sonrisa en cualquier circunstancia y de fluir naturalmente con el ritmo mismo de la vida. Necesitamos ser permeables a cualquier manifestación del amor y ser capaces de brindar amor incondicionalmente. Necesitamos transformarnos en seres de paz, vibrando en sintonía con los demás seres y con todo lo que existe en la naturaleza planetaria. Necesitamos ir al encuentro de nuestro balance interno para que él trascienda nuestras fronteras personales y se expanda a nuestro alrededor. Es por esto que nos propongo asumir con espíritu de generosidad y servicio, el compromiso de ser plenamente conscientes de la necesidad de estar disponibles para fines que trascienden lo personal, que hacen al Bien Común y facilitan nuestra flexibilidad para adaptarnos rápidamente a los giros de las circunstancias, permitiéndonos hacer nuestra parte en el gran contexto en el que todos vivimos. Con nuestra mente clara y el corazón abierto... pongámonos –entonces- en movimiento y entremos en profunda sintonía. Hagamos esta breve experiencia juntos:
“Sintonía para recorrer nuestro camino” Hagamos una pausa y generemos un espacio de silencio personal para poder regalarnos la posibilidad de conectarnos con nuestra sensibilidad profunda, con nuestra inspiración y con los anhelos del alma. Preparemos nuestro cuerpo para un silencioso viaje perceptivo y expansivo; aquietemos los pensamientos para que nuestra mente sea capaz de experimentar expansión y claridad; dejemos que la quietud vaya ganando cada parte de nuestro cuerpo, para poder entrar en el campo de nuestra sensibilidad profunda. Inhalemos y exhalemos conscientemente, dejándonos fluir con el aire que -con su sutileza- acaricia con suavidad nuestras fosas nasales, danzando con el fluir de la vida. Es el ir y venir de la energía; es el ritmo de la vida pulsando y conectándonos con la infinitud y la expansión. Y desde el punto de luz que nos habita, nuestro ser se va expandiendo, acompasando la respiración y los latidos rítmicos de nuestro corazón. Frente a nosotros se despliega un camino… Visualicemos nuestros pies descalzos, rozando apenas el sendero tibio que vamos dibujando al caminar; apoyamos las plantas de los pies con firmeza, con decisión y nos dejamos guiar por la inspiración y la sensibilidad profunda. El sendero se va revelando a cada paso; nuestro andar se vuelve cadencioso, como una danza serena y armoniosa; un paso sucede a otro sosteniendo un ritmo tranquilo y continuo; vamos dejando nuestras huellas como señales visibles de nuestros pasos a lo largo del camino. De tanto en tanto, detenemos la marcha; hacemos una pausa dándonos tiempo para poder contemplar aquellas huellas que van quedando tatuadas en el sendero, que van diseñando el recorrido hacia nuestro destino; ese destino que vamos descubriendo en cada tramo, conscientes de que cada nuevo paso que damos va marcando el comienzo de un nuevo recorrido, renovado y enriquecido. Nuestro camino tiene curvas y tiene rectas; tiene movimientos y tiene pausas; cada tramo nos va llevando a uno nuevo, que se va revelando ante nuestra mirada, capaz de asombrarse con cada paisaje; capaz de llenarse de colores nuevos y nuevas formas, descubriendo múltiples sonidos y sensaciones que van aguardándonos secretamente, a lo largo de todo nuestro recorrido. Y allá vamos, abrazando el camino del corazón, guiados hacia nuestro destino, hacia las amorosas sorpresas que se despliegan cada vez que estampamos una nueva huella… siempre avanzando, livianos de equipaje, dejando atrás lo que ya fue, soltando aquello que ya no precisamos y que se ha transformado para dar lugar a lo nuevo, haciendo de nuestro recorrido un camino de aprendizaje y transformación; de crecimiento y de expansión; de encuentro y celebración. Allá vamos! sintiendo nuestra presencia esencial en cada paso que damos, con la mirada atenta y el corazón abierto para dar y recibir y ser la luz que brilla en la oscuridad.
La fuerza de la Luz Cuando hablamos de Luz estamos invocando a la fuerza de la vida, a esa fuerza que trasciende los límites de lo finito y se expande más allá de nosotros mismos. Entonces, dejemos que la fuerza de esa Luz nos habite por completo, que llene nuestros espacios internos, que ilumine nuestros pensamientos y dé claridad a nuestra mente, que guíe nuestras acciones y nuestro recorrido en la vida. Dejemos que la fuerza de la Luz llene nuestros sentimientos. Dejémonos fluir, abriendo el corazón para brindarnos y para recibir, expresando gratitud en todo momento. Aprendamos a escuchar con los oídos del alma, con el corazón y con todo nuestro ser presente, escuchemos a todos los seres que son partes de nuestro pequeño universo cotidiano; escuchemos con esa profundidad que nos facilite la sintonía con la naturaleza y con todos los elementos que son parte de ella; con sus fuerzas poderosas… porque todas ellas –también- tienen algún mensaje para darnos, algún legado para que nos acompañe en nuestra vida, en este planeta llamado Tierra. Seamos UNO con todo; percibamos esa unidad que se vuelve más luminosa cuando comprendemos la maravillosa diversidad que nos rodea. Aprendamos a convivir en PAZ buscando en todo momento nuestro balance interno, porque de él depende el logro de una convivencia armoniosa, en plenitud y abundancia. Tomemos la decisión y vayamos al encuentro de una vida en sintonía con todo: con la naturaleza, con nuestra familia humana, con nuestros bienes culturales y con todo objeto creado para bien, por el ser humano.
Aprender a ser más humanos Ser humanos es un aprendizaje para completar, aquí y ahora. Recordemos que somos seres espirituales aprendiendo a ser humanos y planetarios. Para aprender a ser más humanos necesitamos ser más conscientes y más sensibles; necesitamos salir de la rigidez de estructuras de pensamientos enquistados que se alejan de la realidad. La intelectualidad divorciada de la sensibilidad profunda y la compasión, nos aleja de la sintonía con el sentir de los otros, incluyendo a seres humanos y cualquier otro ser vivo que nos acompaña en la vida planetaria. Proponernos sustentar esa sintonía es simple; depende de nuestra decisión para comenzar a explorar posibilidades para lograrlo. Hay muchos caminos para activar nuestra capacidad de acompasar amorosamente y entrar en sintonía con los demás; precisamos adquirir la habilidad de ponernos en “los zapatos de los otros” y comprender a los otros desde lo profundo. Muchas veces, al procurar quedarnos en nuestras zonas de confort, nos alejamos de esta posibilidad y nos distanciamos de los sentimientos y necesidades de los demás, sean seres humanos o cualquier otro ser vivo. ¿Alguna vez te pusiste en el lugar de un perro, de un gato, un pájaro o de cualquier otro animal que esté presente en tu vida diaria? ¿Pudiste percibir sus sentimientos sin entrar en una reflexión intelectual, explicativa y científica? ¿Alguna vez, observando alguna planta, pudiste conectarte con su sentido de ser? ¿Alguna vez, contemplando montañas y llanos, praderas y desiertos, bosques y campiñas, mares, ríos, arroyos y lagos ¿procuraste percibir el sentido de su existencia en nuestra vida planetaria? Muchas veces nuestro intelecto se ancla en secuencias lógicas del pensamiento pero excluye el contacto con nuestra sensibilidad y la capacidad de percibir los otros aspectos que habitan en las profundidades de la existencia de todo lo que forma parte de nuestra vida planetaria, es decir, la esencia de todas las cosas.
Tal vez sea el momento de hacernos una nueva invitación… Nos invito a transformar el Yo en Nosotros, porque de eso se trata la convivencia en balance; se trata de encontrarnos en las miradas de los otros; se trata de darnos cuenta que somos quienes somos porque cada ser con quien compartimos el camino, es quien es, a su manera, con sus historias de vida, sus rasgos de identidad, sus dones, su sensibilidad y sus emociones, sus perfecciones e imperfecciones. Cuando logremos experimentar profundamente el Nosotros, cuando nos reconozcamos en los otros, cuando descubramos que somos un “uno enriquecido” por la existencia de la diversidad que nos reúne, estaremos en camino hacia una verdadera convivencia en paz, hermandad y plenitud. Y, desde este nuevo desafío de ir al encuentro del NOSOTROS superando la pequeñez del ego, aquí va un llamado para vivenciar la hermandad planetaria.
“Si yo fuera…”
... ÁRBOL Le pediría al SER HUMANO que evite talarme sin sentido o sacarme de su camino sólo por comodidad ... MONTAÑA Le pediría al SER HUMANO que evite dinamitar mis entrañas para hacer caminos de los que pueden prescindir ... RÍO Le pediría al SER HUMANO que no enturbie mis aguas porque así, mata a los peces que tienen en mí su morada y enferma a quienes beben de mis aguas contaminadas cuando tienen sed ... AIRE Le pediría al SER HUMANO que evite llenarme de humos tóxicos, de desperdicios químicos, porque asfixia a quienes respiran en mí, el espíritu del Universo y de la Vida ...PÁJARO Le pediría al SER HUMANO que respete mis espacios y evite invadirlos con ruidos que hieran o silencien mi canto ... TIERRA Le pediría al SER HUMANO que evite llenarme de basura no-reciclable porque me ahogaría en ella y me iría muriendo despacito...al igual que todos los seres que cobijo en mí ... el UNIVERSO entero Le pediría al SER HUMANO que RECUERDE… * Que es un poco pájaro, un poco aire, un poco agua, un poco fuego, un poco tierra, un poco piedra y… un poco, cada elemento de la naturaleza que lo rodea.
* Recordar: volver a pasar por el corazón
Esther Mónica Shocron Benmuyal Embajadora de Paz Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte http://alaluzdelavida.blogspot.com http://semillasluzparalavida.blogspot.com
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