É dentro do coração do homem que o espetáculo da natureza existe; para vê-lo, é preciso senti-lo. Jean-Jacques Rousseau
ISSN 1678-0701 · Volume XXII, Número 89 · Dezembro-Fevereiro 2024/2025
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Educação
12/12/2024 (Nº 89) “NUESTRO SER SENSIBLE EN SINTONÍA”
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Mandala “El Nido Luz” (E.M.S.B.)



Nuestro Ser Sensible en Sintonía”



El silencio de la raíz mantiene al árbol.

El verde de las hojas permite que respire.

El color de las flores atrae a las abejas.

La flexibilidad del tronco lo hace permanecer.

Cada cosa siendo distinta,

Se complementa en su armonía”

(“Yo soy tú mismo” de Cayetano Arroyo)

Como vemos, todo tiene un sentido de existencia en la vida… Todo en la naturaleza es perfecto… si lo dejamos ser.



Te preguntaste alguna vez acerca de nuestra identidad como seres humanos?

Nosotros los seres humanos, somos seres físicos, sensibles, pensantes, sintientes y espirituales y es por eso que podemos hallar el camino para comprender el sentido de la existencia en la vida y sostener nuestra sintonía en balance con la naturaleza en todas sus expresiones.

La inspiración para recorrer el camino nos llega cuando abrimos el corazón; cuando desplegamos todos nuestros sentidos para vincularnos con la vida en todas sus manifestaciones con facilidad.

Entrar en sintonía es acompasar el ritmo de todo, es experimentar esa sensación de paz que despierta la armonía; es percibirnos como si fuéramos una bella melodía que vibra en el aire para ser escuchada y celebrada desde los infinitos rincones de la vida misma.

Entrar en sintonía es descubrir que podemos vernos también en los otros, en cada manifestación de vida; es volvernos conscientes que estamos unidos por un hilo invisible y sutil que es parte de una trama que pulsa vida y es también, descubrir que siempre existe algo que nos une, incluso en nuestra diversidad con nuestras identidades individuales.

Muchas veces, podrá parecernos que entrar en sintonía con la naturaleza es difícil y -aún más- cuando se trata de vincularnos con otros seres humanos. Pero salgamos de esa estructura prejuiciosa y veamos cómo lograrlo.

El camino comienza con el primer paso y el primer paso, con nuestra decisión y la voluntad de darlo.

Sentir para poder ver

La vida nos está pidiendo conectar con nuestra sensibilidad para aquietar un poco la intelectualidad y abrir nuestra comunicación del “corazón”, como un modo de vincularnos con más armonía, con mayor comprensión de los demás, con mayor sensibilidad para percibir lo más sutil y vibrante.

Abramos el corazón para poder sentir, para poder emocionarnos, para conmovernos con los detalles mínimos de la vida; para sintonizarnos con los sentimientos más profundos que se esconden en los rincones del alma; para descubrir lo que nos acerca, lo que nos hace más próximos -aún en la diversidad- y encontrar balance en nuestro modo de vivir.

Nuestra sensibilidad es maravillosa porque ella nos conecta de un modo profundo con todo; con nuestros pares, con el medio natural, con nuestros sueños y proyectos, con la inspiración, con nuestras creaciones y las de otros, con todo lo que vibra a nuestro alrededor.

La sensibilidad abre puertas a lo que permanece silencioso y oculto, a lo que se esconde en los rincones de la vida para que lo descubramos cuando abrimos el corazón.

La sensibilidad tiene magia! Nos ayuda a transformar lo que resulta más difícil de hacer desde la exclusividad de la mente; la sensibilidad nos ayuda a entrar en sintonía con lo sutil para que le demos forma, para que lo hagamos tangible y visible, para que se manifieste en nuestro universo cotidiano.

El camino se inicia con el primer paso… y cada paso tiene algo de sagrado y misterioso, porque el sendero se nos va revelando con cada paso que damos vibrando en sintonía con todo, sintiendo, percibiendo, emocionándonos y conmoviéndonos con lo que vamos encontrando y descubriendo en el camino.

Cultivar nuestra sensibilidad es una invitación para ampliar nuestra visión de la vida, para conectarnos unos con otros desde los más profundos y auténticos sentimientos, desde nuestra propia esencia.

Para cultivar necesitamos comenzar la siembra eligiendo las semillas desde la más profunda conexión con su esencia; es cuidar que la siembra prospere regándola con amor y gratitud; es entrar en sintonía con su proceso desde el principio hasta el fin. Así como lo hacemos con las semillas y la tierra, así es también nuestro cultivo interno… requiere amor, gratitud, sensibilidad, cuidado y sabiduría para elegir lo que decidamos sembrar en nuestro interior.



Entrar en ritmo con los ritmos de la vida

La vida tiene sus ritmos y ellos van marcando el compás para sostener la armonía de todo. Nosotros, los seres humanos necesitamos aprender a sincronizar nuestros ritmos con los ritmos de la vida, en lugar de pretender modificar sus ritmos.

Dejemos que nuestra sensibilidad corporal nos vaya mostrando el camino en este juego de sintonías y sincronizaciones con los ritmos de la vida; aprendamos a seguir su compás como si danzáramos con ella todo el tiempo y descubramos lo maravilloso que es entrar en sintonía con los latidos del universo.

Dejemos que toda nuestra sensibilidad corporal despierte y se despliegue ante nuestra consciencia para poder tejer las redes sensibles que nos conecten con todo: con la naturaleza, con la tierra, el agua, el aire, el fuego… con todos los elementos y, también, con los seres humanos.

Dejemos que todos nuestros sensores capten los estímulos más diminutos hasta sentir que podemos vibrar con ellos, reconociéndolos en sus infinitas calidades.

Nuestra mente es la ordenadora de toda la información que nos proporcionan los sentidos; pero cuando de sensaciones y sentimientos se trata, sólo nuestra sensibilidad puede mostrarnos ese mundo sutil, vibrante y luminoso.



Observarnos un poco más para descubrirnos y observar más allá de nosotros mismos para integrar

Cuando nos observamos… ¿cómo nos vemos? Y cuando observamos más allá de nosotros mismos, ¿qué vemos?

El camino de la observación es de doble vía: una vía nos lleva hacia adentro, hacia nuestro mundo interno y la otra, hacia nuestro entorno. Ambas vías se reúnen formando un círculo en conexión profunda y dando sentido de existencia a toda la trama.

Cuando pensamos o imaginamos el sol seguramente aparecen en nuestro campo perceptivo sensaciones especiales que nos vinculan con su luz y su calor… Nuestro cuerpo es capaz de percibir esas sensaciones producidas por la vibración de la luz y del calor.

Cuando pensamos en el viento, posiblemente se despierta la sensación de liviandad, de libertad y movimiento… Es nuestro ser que conecta con lo sutil, con la sensación de vuelo y de ligereza etérea.

Si pensamos en el agua, inmediatamente acuden a nuestro campo sensorial la sensación de fluir, de acomodarnos al recorrido, a los cambios de direcciones, de dibujar formas siguiendo la ruta líquida; hasta nuestros sensores pueden percibir de algún modo, la frescura del agua tocando la piel, despertando las memorias de la vivencia corporal.

Si pensamos en el fuego, casi inmediatamente, hasta podemos percibir el calor, visualizar el movimiento ondulante de las llamas danzando en el espacio y dibujando figuras humeantes… hasta podremos percibir el sonido del crepitar del fuego.

Y si pensamos en la tierra, casi seguro que captamos la sensación de fresca oscuridad y el aroma de su humedad… y tal vez, mucho más.

Es maravilloso darnos cuenta cómo las ideas nos van llevando hacia la historia de nuestras experiencias de vida; hacia las memorias de sentimientos, sensaciones, emociones y de un sinfín de percepciones que creíamos dormidas o inexistentes. Cada vez que conectamos con una imagen recordada, todos los sentimientos y sensaciones asociados a ella cobran vida y encienden la luz que recorre la trama sutil que nos reúne con todo.

Tal vez sea nuestra misión como seres humanos, planetarios y espirituales crear puentes entre lo sutil y lo concreto, entre nuestra esencia humana y espiritual y la esencia planetaria y cósmica. Quizás es el tiempo de activar nuestra conexión con nuestro “Ser Sensible” para sentir la trama y activar los ojos y los oídos del alma.

Quizás es el tiempo de asumir nuestra responsabilidad para cuidar el balance y sostener nuestra sintonía con todo lo que nos rodea.



Esther Mónica Shocron Benmuyal

Embajadora de Paz

Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte

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Ilustrações: Silvana Santos