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Mandala “Latidos de Luz” (E. Mónica Shocron B.) “Latidos de Luz” Latidos de LUZ Cuando necesito encontrar inspiración pienso en la palabra LUZ y pareciera que, mágicamente, revelara el recorrido de mis palabras. Y aquí estoy, percibiendo esos “latidos de luz” que me llevan hacia mi espacio de silencio personal para encontrar en él aquello que espera ser manifestado hacia fuera de mí. En ese espacio de silencio personal procuro escuchar y percibir si hay oídos para recibir las palabras que van despertando en mí para ser compartidas. A veces, es difícil la espera y las palabras se acumulan sin poder salir y danzan en círculos esperando la señal que diga “ahora sí, hay oídos que las están esperando y corazones listos para recibirlas e inspirar nuevos contenidos que se irán revelando en el camino del compartir y del co-crear.”
Hoy está dando vueltas en mi universo interno “la cultura del ser”, de la que pocos hablan dándole un espacio especial en lo cotidiano. Y junto a ella, aparece la “cultura del tener”, que tiene mucha “publicidad”, que prioriza la materia casi en exclusividad, como una señal de éxito personal y social y que -en estos tiempos- está captando diariamente la atención global, impregnando múltiples aspectos de la vida de todas las sociedades del mundo. Entonces me pregunto: ¿Y la esencia de todas las cosas en qué lugar queda? ¿Qué lugar le reservamos en nuestra vida personal y –también- en el orden social? Y surge otra pregunta: ¿Qué perdura más en el tiempo, la materia o la esencia? Y aquí comienza –entonces- un recorrido silencioso por los espacios de la mente, que procura ordenar prioridades y orientar nuestros pasos y que me lleva a decir también, que la materia es finita y que la esencia perdura más allá de la materia.
Tres preguntas para reflexionar juntos ¿Educamos para tener? ¿Educamos para Ser? O ¿Educamos para el equilibrio entre Ser y tener? Y aunque estas preguntas estén planteadas desde mi visión como educadora, bien aplican también para hacérnoslas en primera persona. Estas tres preguntas dan orientación al recorrido de nuestra observación consciente. Para poder responderlas, nos sugiero observar con los ojos del alma, libres de cualquier interferencia externa y abrir el corazón para poder integrar la información que nos brindan la percepción y nuestra sensibilidad profunda. Es decir, nos sugiero ser observadores conscientes de nuestras realidades sociales y de nuestra vida cotidiana personal. Recordemos que sólo podemos ser nosotros mismos si logramos expresar nuestras potencialidades innatas, porque al fijar nuestra atención en poseer la mayor cantidad de cosas, finalmente, eso nos convertiría también en objetos.
Tener y Ser son dos modalidades básicas de nuestra existencia en este planeta Existen ciertas sutilezas que diferencian “el tener” y “el ser”: *Ser: se refiere al desarrollo personal, emocional y espiritual; nos permite manifestar nuestra propia luz y evolucionar como seres humanos, sensibles, pensantes y espirituales. *Tener: se refiere a la posesión de bienes materiales *Ser implica la capacidad de amar, de ser creativo, de tener una conciencia crítica, de desarrollar el ser “consciente”, de ser capaz de experimentar la trascendencia, es decir, ir más allá de nosotros mismos y trascender cualquier tipo de egoísmo. *Tener implica el hábito del consumo y vincula el éxito a la cantidad de bienes materiales que uno posee, asociándolo a la capacidad de adquirir más y más… sin lograr sentir satisfacción duradera. De alguna manera, anclarnos en el tener facilita la manifestación del egoísmo. Culturalmente, estamos acostumbrados a fortalecer la “Cultura del Tener”; generalmente, hablamos de tener una vivienda, tener un título profesional, tener dinero, tener objetos materiales, tener y tener… y vamos perdiendo de vista lo esencial, al focalizar el éxito en la vida a través de lo material y equiparando lo que llamamos “riqueza” con la materia y el consumo de bienes materiales. Si profundizamos un poco en nuestras reflexiones al respecto, podremos ver que la mayor riqueza que nos regala la vida es poder expandirnos como seres humanos, como seres espirituales que somos por naturaleza; es poder expresar nuestros dones; es poder recorrer el camino de la vida acompañados de aquellos seres con quienes vibramos en sintonía; es poder vincularnos con facilidad con todos los seres y con la esencia de todas las cosas, porque eso nos posibilita una vida armoniosa y en paz y nos sostiene en sintonía con los ritmos de la vida, donde todo fluye maravillosamente.
Tanto la “cultura del tener” como la “cultura de ser” van generando actitudes, comportamientos, modos de ver la vida que le dan identidad. *Tener se vincula con acumular, con tener poder desde lo material. Tener “cosifica” también a las personas y otros seres vivos; la “cultura del tener” tiende a limitar la libertad individual anteponiendo ante ella, la eficiencia y la productividad, olvidando que la libertad es esencial para el desarrollo del ser humano; la “cultura del tener” incentiva la separatividad y el egoísmo. La sociedad de consumo focaliza su atención en la satisfacción de necesidades egoístas, alejándose de la búsqueda de un propósito y significado más profundo y trascendente; incluso, alejándose también del bien común. *Ser se vincula con la expansión de uno mismo, con la trascendencia, la capacidad de ir más allá de nosotros mismos y experimentar aquello que es más grande que nuestras individualidades y que nos incluye. Ser nos vincula con el sentido de ser parte de un todo mayor y nos permite la libertad de decidir y actuar en sintonía con nuestros propios valores y modos de ver la vida; nos permite ser autónomos, responsables de nuestra propia vida y encontrar un significado y un propósito de vida que nos trasciende como individuos y va más allá del ego.
Algunas preguntas para observarnos Observemos conscientemente cómo nos expresamos habitualmente, espontáneamente: *¿Decimos “quiero tener éxito”? O ¿decimos quiero “ser” exitoso/exitosa? Las palabras que elegimos para expresarnos pueden darnos señales que aclaren nuestras miradas. En este caso “tener éxito” se diferencia de “ser exitoso”; tener implica una dependencia de elementos externos; en tanto que “ser exitoso” nos vincula con la evolución personal, con nuestras capacidades innatas, nuestros dones, con la capacidad de expresar la voz del alma. *¿Te preguntaste cuáles son tus prioridades en la vida cotidiana? ¿Adónde va tu atención espontáneamente? ¿Va hacia lo que tenés o querés tener? ¿O va hacia la sutileza de la luz que es parte de la esencia de todo lo que te rodea?
Es posible hallar un balance entre la “cultura de SER” y la “cultura del TENER. Para lograrlo es prioritario tener claridad de las diferencias entre “SER” y “TENER”. SER es como el alma de todo; es la energía que pone en movimiento, la que genera vitalidad, la que sustenta la existencia. TENER nos vincula con la materia, lo concreto, es decir, podemos tener esto o aquello, podemos tener dinero o no tenerlo, podemos “poseer” cosas y así como las poseemos, también podemos perderlas. Cuando hablamos de esencia, nos da idea de eternidad, de aquello que trasciende la línea de tiempo en el sentido material; nos vincula con la permanencia, con esa energía que pone en marcha la vida, que posibilita la manifestación de la materia y la trasciende. La esencia es preexistente a la materia y perdura a través del tiempo; mientras que los bienes materiales son efímeros y perecederos. También podríamos ir hacia el mundo de la física, pues nos ayudaría a mirar la energía desde otro ángulo y seguramente aclararía un poco más el sentido de la permanencia que traspasa la materia…Y, como dice el dicho: “la energía no se pierde, se transforma” y la esencia es energía vibrando.
La vida puede ayudarnos a comprender… Todos los días la vida despliega sus alas y nos envuelve con ellas, como si quisiera mostrarnos el modo de entrar en sintonía con su ritmo para recorrer, con mayor facilidad, el camino que se va dibujando ante nuestra mirada. La vida en sus múltiples manifestaciones, nos va brindando pequeños “tips”, para que descubramos cómo funciona todo y cuáles han de ser las prioridades que necesitamos tener en cuenta. Todo lo que existe comparte esa esencia luminosa que facilita la manifestación de la gran diversidad de identidades que existen en nuestro planeta. Pienso en la esencia de todas las cosas y siento la alegría de ser parte de todas ellas; porque algo misterioso se percibe al hablar de esa luz que habita todo cuanto existe en el universo; es una vibración que traspasa la mente, lo racional y se convierte en la fuerza que nos invita a ser parte de un todo mayor, aportando nuestra luz y nuestra identidad individual. Es tal vez por eso, que al pensar en la esencia, en esa LUZ que anima todas las cosas, siento el llamado de hacer lo necesario para descubrir la importancia que tiene para nuestra vida cotidiana fortalecer la “Cultura de SER”.
Veamos cómo comprender y rescatar la “Cultura de SER” Necesitamos descubrir de qué se trata la esencia, percibirla, sentirla, vibrar conscientemente con ella. Somos seres habitados por una “luz esencial” que nos anima y nos da vida; todo cuanto existe guarda en sí ese punto de luz, que es la esencia que da existencia a toda manifestación concreta, a través de las formas, los colores, los sonidos… brindándole su identidad para que brille en el contexto de las existencias de múltiples identidades. Si entramos en sintonía con su vibración comenzaremos a ver la vida “con ojos nuevos”, con nuestra mirada renovada y expandida.
Y vamos aquí con otra pregunta: ¿Cuál es el punto de partida de toda la existencia? ¿Es la materia? O ¿Es la Esencia? Y aquí llega la respuesta: es la Esencia, porque ella posibilita la manifestación de las formas, los colores, los aromas, los sonidos y todas las calidades que nuestros sentidos físicos pueden captar y percibir del mundo concreto; porque el punto de partida de lo concreto, es ese punto de luz que se expande hasta manifestar la materia. Ahora, recorramos con nuestra mirada del alma nuestro contexto de vida; hagámoslo cuidadosamente, con suavidad y profundidad. Percibamos nuestro mundo, nuestra sociedad y –más ampliamente- pongamos atención en la vida en comunidad de toda la humanidad. Y preguntémonos: ¿qué prevalece en ella, la cultura de ser o la cultura de tener? ¿Qué ocupa prioritariamente el campo de atención en la vida de las comunidades alrededor del planeta? Para hallar respuesta, tengamos en cuenta las estructuras sociales y el funcionamiento de los sistemas sociales, económicos, políticos. Observemos los grandes titulares que hoy leemos en las noticias, los grandes conflictos que abundan en estos tiempos en la humanidad… Y preguntémonos con qué se vinculan en su mayoría: ¿se vinculan con la materia, con la cultura del tener; del “poder tener” y del “tener poder”? ¿O se relacionan con lo esencial, con la cultura del ser, con lo que nos reúne en lugar de separarnos? Porque “tener” implica -de algún modo- separación; porque si yo tengo algo, el otro no lo tiene y eso nos lleva al individualismo, al aislamiento y a la división o la parcialización. En el caso de lo esencial, de lo que se vincula con la luz, con el ser, pareciera que su vibración nos hermana, nos reúne en la diversidad, nos ayuda a trascender la individualidad y la percepción de lo finito, porque nos vincula con lo que perdura a través del tiempo, sosteniendo la unidad en la diversidad. Y dejo aquí que mis palabras se silencien y den espacio para la reflexión personal y profunda, para que se produzca la magia de la luz que habita en cada uno de nosotros, aclarando nuestras miradas, nuestros pensamientos, nuestras dudas y trayendo luz para encontrar las respuestas que estamos buscando y, así, poder contribuir como seres humanos más espirituales y expandidos, con la transformación de la convivencia planetaria hacia una hermandad global en armonía.
Esther Mónica Shocron Benmuyal
Distinción otorgada por Mil Milenios de Paz y Fundación Paz, Ecología y Arte http://alaluzdelavida.blogspot.com http://semillasluzparalavida.blogspot.com
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